Descubren por primera vez grabados paleolíticos en la cueva de La Viesca (Ribadesella, Asturias)

Zona y grabados de la cueva de La Viesca.

La cueva riosellana de La Viesca (del Tenis), enclavada en el Macizo de Ardines (Ribadesella, Asturias), ha permanecido en el olvido durante décadas, considerada como un yacimiento «arrasado» por los desmanes constructivos del siglo XX.

«Parece que en los años treinta el gobierno de la República quiso hacer un depósito de agua en la cueva, aunque no se llegó a poner en funcionamiento». Lo cuenta Alberto Martínez-Villa, investigador que junto a Marelia Gil ha escudriñado con ojo científico cada rincón de una cavidad que llegó a ser utilizada como cancha de tenis «por los críos de Ardines». De ahí que su nombre popular aluda precisamente a ese deporte, que contaba en el interior de la gruta con zonas hormigonadas favorables para su práctica.

«No sé por qué se hizo ahí el depósito porque no hay manantiales, pero la obra afectó mucho a parte de los yacimientos de la cueva, aunque no a todos», explica Martínez-Villa. Esa es precisamente la novedad de sus exploraciones, que les han llevado a descubrir por primera vez grabados profundos exteriores en una pared erosionada por el agua de la zona, que conecta la entrada con la sala principal. El hallazgo, abunda, es tan novedoso como fortuito. «Los grabados no se habían visto antes porque la cueva se creía arrasada, el año pasado fuimos a verla y dimos con ellos», explica el prehistoriador y arqueólogo, que investiga desde 2017 más cuevas del Macizo de Ardines junto a Marelia Gil.

Zona donde se hallan los grabados de la cueva de La Viesca.

El conjunto de arte parietal ahora desvelado fruto de esos trabajos consiste en «seis líneas verticales profundas, con trazos en V que van formando óvalos». «Lanzamos la hipótesis de que, por paralelismo con otros casos del valle del río Nalón, el Cares o La Cuevona, pueden ser formas vulvares, algo bastante típico de los primeros momentos del arte paleolítico», indica. Sobre la datación del grabado, Martínez-Villa se apoya en los trabajos del profesor Fortea, que situó esos fenómenos artísticos «en torno a los 25.000 o 30.000 años». «Es un puro paralelismo con otros yacimientos donde hay referencias cronológicas», dice.

El hallazgo ha llevado a Martínez-Villa y a Gil a revisar la historia de las primeras investigaciones tanto en la cueva del Tenis como en La Cuevona, lo que les ha conducido a la figura de Hernández Pacheco. «Empezó a venir a Asturias en torno a 1912 y estuvo tres temporadas trabajando en la zona de Ribadesella», explica Martínez-Villa. No obstante, continúa, «de sus investigaciones no se llegaron a hacer publicaciones».


Vista del frente del Macizo de Ardines de Ribadesella. En el centro se sitúan las cuevas de La Cuevona y La Viesca.

No ha ocurrido lo mismo en su caso, pues el trabajo que recoge las exploraciones arqueológicas desarrolladas en el Macizo de Ardines acaba de ser publicado en la revista especializada 'Cuadernos de Arte Prehistórico'.

La intención de los dos expertos pasa ahora por continuar con la labor científica este año, alternando la cueva de La Lloseta con Les Pedroses. «La investigación nunca para y cuanto más miras, más terminas encontrando», destaca Martínez-Villa, que indica que actualmente se enfrentan a la fase de documentación relativa a La Lloseta para proceder a continuación a una revisión más profunda sobre el terreno. Todo ello en coordinación con el resto de equipos que trabajan en el Macizo de Ardines.
En el caso concreto de Martínez-Villa y Gil, el proyecto se enmarca en la tesis doctoral desarrollada al amparo del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED. Cuentan además con la colaboración de la Universidad de Oviedo y un pequeño apoyo económico de la Fundación Caja Rural, detallan.

Fuente: elcomercio.es | 23 de marzo de 2019

"La provincia de Huesca es la cuna del arte esquemático". Presentan las pinturas rupestres halladas en Monte Perdido

Pintura prehistórica encontrada en Monte Perdido, Huesca, en la que se representa una figura antropomorfa portando un arco.

Las IV Jornadas de Arqueología de Sobrarbe: Prehistoria y Arqueología del Territorio, darán a conocer este fin de semana las nuevas pinturas rupestres halladas en el municipio de Fanlo, que "son las más altas de la Península Ibérica y probablemente las más altas de toda Europa".
Así lo aseguraron el viernes en rueda de prensa los arqueólogos coordinadores de este proyecto, Ignacio Clemente (Consejo Superior de investigaciones Científicas), Javier Rey (Gobierno de Aragón) y Ermengol Gassiot (Universidad Autónoma de Barcelona), junto al presidente de la comarca de Sobrarbe, Enrique Campo.

De izquierda a derecha: Ermengol Gassiot, Javier Rey, Enrique Campo e Ignacio Clemente.

Los hallazgos se han descubierto en la cueva Lucía y en la "mallata" de Puértolas. "El estilo de las pinturas es esquemático, ya que la provincia de Huesca es la cuna de este arte", contó a los medios Javier Rey.

"Este tipo de representaciones son propias del Neolítico y tratan de transmitir una idea o una imagen de forma abstracta", aseguró el arqueólogo.
Estas manifestaciones artísticas se realizaron hace unos 7.000 años y se encuentran a 2.200 metros de altitud, al pie de Monte Perdido y cerca del refugio de Góriz.

Pintura prehistórica encontrada en Monte Perdido, Huesca, en la que se representa a un cuadrúpedo.

Entre otras representaciones, las pinturas muestran a un antropomorfo masculino (humano) con un arco en la mano y a un cuadrúpedo (animal).
Los hallazgos han puesto encima de la mesa que "ya había domesticación de animales hace 7.000 años en el Valle de Góriz, así como prácticas de caza", comentó el experto.
En relación con los nuevos descubrimientos, su compañero Ermengol Gassiot explicó que el proyecto Arqueología del Pastoralismo arrancó en el año 2015 con la intención de buscar comunidades pastorales antiguas vinculadas al Pirineo.

Pintura antropomorfa hallada en Monte Perdido, Huesca.

"Estos trabajos han permitido sacar a la luz un patrimonio que existía, pero que era totalmente desconocido. Los hallazgos más antiguos pueden tener entre 7.500 y 8.000 años como mínimo, y en el valle de Góriz se han localizado más de 40 sitios arqueológicos", destacó el investigador, quien añadió que estos yacimientos corresponden a la antigüedad, la prehistoria, el medievo, la época moderna y contemporánea. Entre ellos "sorprenden los elementos megalíticos, algunos de los cuales están situados a 2.300 metros de altura", agregó.

Fotograma de una de las estructuras megalíticas halladas en Monte Perdido, Huesca.

Dentro de las novedades que ha encontrado este grupo de arqueólogos destaca el descubrimiento del cultivo de cereal de trigo fechado hace más de 7.300 años, lo que le convierte en uno de los más antiguos. "Esto nos ha llevado a cambiar la perspectiva, ya que la zona no fue solamente pastoril, sino agrícola", matizó Gassiot.

Además, en las jornadas de este fin de semana también se presentarán "hallazgos funerarios", que según adelantó "son muy importantes por sus características".
Por su parte, Ignacio Clemente señaló que otros de los temas del evento serán la pesca, la fauna o unos esqueletos de bebés que se han encontrado en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Ver vídeo en este enlace

"SORPRESAS INÉDITAS" EN EL SOBRARBE

Organizadas por la Comarca de Sobrarbe /Geoparque Mundial Unesco Sobrarbe-Pirineos y el Grupo de Arqueología de Alta Montaña, las jornadas continuarán hoy y mañana en Boltaña.

"El Sobrarbe es muy extenso y alberga sorpresas inéditas con relación a nuestro patrimonio, aunque gran parte del territorio todavía está sin prospectar y estamos convencidos de que los trabajos que se realicen seguirán arrojando extraordinarios resultados que los investigadores van a compartir con el público", dijo Enrique Campo, quien valoró la labor de los arqueólogos.

Fuentes: diariodelaltoaragon.es | radiohuesca.es | 23 de marzo de 2019

Los primeros agricultores de Anatolia fueron cazadores-recolectores locales que adoptaron la agricultura

El entierro de un cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años. Crédito: Douglas Baird.

Un equipo internacional liderado por científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en colaboración con científicos del Reino Unido, Turquía e Israel, ha analizado ocho individuos prehistóricos, entre los que se incluye el genoma de un cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años, y han hallado que los primeros granjeros anatolios eran descendientes directos de cazadores-recolectores locales.

Esta conclusión proporciona apoyo a la evidencia arqueológica de que la agricultura fue adoptada y desarrollada por cazadores-recolectores locales que cambiaron sus estrategias de subsistencia, en lugar de ser introducida por un gran movimiento de personas de otra área. Curiosamente, si bien el estudio muestra la persistencia a largo plazo del acervo genético de cazadores-recolectores de Anatolia durante más de 7.000 años, también indica un patrón de interacciones genéticas con grupos vecinos.

La agricultura se desarrolló hace aproximadamente 11.000 años en el Creciente Fértil, una región que incluye el actual Irak, Siria, Israel, Líbano, Egipto y Jordania, así como las franjas del sur de Anatolia y el oeste de Irán. Alrededor del 8.300 a.C., ya se había extendido a Anatolia central, en la actual Turquía. Estos primeros agricultores anatolios emigraron posteriormente a toda Europa, llevando consigo esta nueva estrategia de subsistencia y sus genes. Hoy en día, el componente más grande de la ascendencia de los europeos actuales proviene de estos agricultores de Anatolia. Sin embargo, durante mucho tiempo se ha debatido si la agricultura fue llevada a Anatolia de manera similar por un grupo de agricultores provenientes del Creciente Fértil, o si los cazadores-recolectores locales de Anatolia adoptaron las prácticas agrícolas de sus vecinos.

Una curva ancha del río Danubio, vista desde el lado serbio que mira hacia Rumanía, es el hogar de Lepenski Vir (a la izquierda) y de varios otros sitios arqueológicos que datan de hace más de 8.000 años y que trazan la llegada de la agricultura. Zarko Djokic / Shutterstock.

El nuevo estudio, publicado en Nature Communications, confirma, pues, la evidencia arqueológica existente de que los cazadores-recolectores de Anatolia adoptaron la agricultura por sí mismos, y los agricultores posteriores fueron descendientes directos de un conjunto genético que se mantuvo relativamente estable durante más de 7.000 años.

Los cazadores-recolectores locales adoptaron un estilo de vida agrícola

Taal como se informa más arriba, para este estudio los investigadores analizaron el ADN de 8 antiguos individuos y lograron recuperar por primera vez los datos del genoma completo de un cazador-recolector de Anatolia de 15.000 años de antigüedad. Esto permitió que el equipo pudiera comparar el ADN de este individuo con los agricultores de Anatolia posteriores, así como con los individuos de las regiones vecinas, a fin de determinar cómo se relacionaban. También los compararon con los datos existentes de otros 587 individuos antiguos y con 254 poblaciones actuales.

Los investigadores descubrieron que los primeros agricultores de Anatolia derivaban en su mayoría de sus ancestros (alrededor del 90 por ciento), es decir, de una población relacionada con el cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años analizado en el estudio. "Esto sugiere que hubo una estabilidad genética a largo plazo en Anatolia central durante más de cinco milenios, a pesar de los cambios en el clima y en las estrategias de subsistencia", explica Michal Feldman (izquierda), del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.

"Nuestros resultados proporcionan apoyo genético adicional a las evidencias arqueológicas anteriores que sugieren que Anatolia no fue simplemente un escalón en el movimiento de los primeros agricultores del Creciente Fértil hacia Europa", afirma Choongwon Jeong (derecha), también del Instituto Max Planck y co-autor del estudio. "Más bien, fue un lugar donde los cazadores-recolectores locales adoptaron las ideas, las plantas y la tecnología que llevaron a la subsistencia agrícola".

Las interacciones genéticas con los vecinos merecen un estudio adicional
Además de la estabilidad a largo plazo del componente principal de la ascentralidad de los anatolios, los investigadores también encontraron un patrón de interacciones con sus vecinos. Para cuando la agricultura se había afianzado en Anatolia, entre 8.300 y 7.800 a.C., los investigadores descubrieron que la población local tenía una contribución genética de alrededor del 10 por ciento de las poblaciones relacionadas con las que viven en lo que hoy es Irán y el vecino Cáucaso, siendo todo el 90 por ciento restante de los cazadores-recolectores de Anatolia. Sin embargo, alrededor del 7.000-6.000 a.C., los agricultores de Anatolia derivaron aproximadamente el 20 por ciento de su ascendencia de las poblaciones relacionadas con gentes que vivían en la región del Levante.

"Hay algunos grandes vacíos, tanto en el tiempo como en la geografía, en los genomas que actualmente tenemos disponibles en estudio", explica Johannes Krause (izquierda), uno de los directores del Instituto Max Planck y autor principal del estudio. "Esto provoca que sea difícil decir cómo tuvieron lugar estas interacciones genéticas más sutiles, si fue a través de grandes movimientos de gentes a corto plazo, o debido a interacciones más frecuentes pero de bajo nivel".

Los investigadores esperan que una mayor investigación en esta y en las regiones vecinas pueda ayudar a responder estas preguntas.

Fuente: phys.org | lefigaro.fr | 19 de marzo de 2019

Autovican y la Fundación Atapuerca firman un convenio de colaboración

La empresa automovilística cede un Renault Kangoo a la Fundación como apoyo a la investigación que se realiza en los yacimientos

Burgos, 25 de marzo de 2019. El concesionario Autovican ha firmado un convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca por el que la empresa automovilística cede un vehículo Renault Kangoo. El objetivo es favorecer el trabajo que se desarrolla en el entorno de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y durante las campañas de excavación. En marzo del pasado año, Autovican hacía entrega de un vehículo de esta misma marca, un año después renueva su compromiso con Atapuerca, sustituyendo dicho vehículo por uno nuevo. A la firma del convenio y al acto de entrega han acudido Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca; Javier Gutiérrez, director general de la Fundación Atapuerca, y Fernando de Santiago, gerente de Autovican.

Autovican, concesionario oficial Renault y Dacia, cuenta con una experiencia de más de 70 años en el sector de la automoción. Cuenta con sede en Burgos, Miranda de Ebro y Aranda de Duero.

Por su parte, la Fundación Atapuerca tiene, entre otros objetivos, apoyar al Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) a través de ayudas para la investigación predoctoral y posdoctoral; difundir las investigaciones y hallazgos sobre la evolución humana (en especial los vinculados a los yacimientos de la sierra de Atapuerca) mediante el diseño y desarrollo de programas de divulgación científica, y contribuir a mejorar el entorno territorial donde se enmarcan los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Como complemento a la financiación que la Junta de Castilla y León destina a las excavaciones, la Fundación Atapuerca coordina el funcionamiento de la campaña dándola respaldo organizativo, administrativo, económico, logístico, de mantenimiento, de comunicación y de organización de eventos.

Hallan arte rupestre en el Parque Nacional de Ordesa (Huesca) a 2.200 metros de altitud

Ordesa. Foto: SobrarbeDigital.

Investigadores del Grupo de Arqueología de Alta Montaña localizan las pinturas prehistóricas de mayor altitud de la Península Ibérica, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Los resultados de estas y otras investigaciones serán presentados en Boltaña en el marco de las IV Jornadas de Arqueología de Sobrarbe: Prehistoria y arqueología del territorio, los días 22, 23 y 24 de marzo, en el salón de actos Pedro Santorromán sede de la Comarca de Sobrarbe.


Desde el año 2015 arqueólogos del Grupo de Arqueología de Alta Montaña (GAAM) han efectuado trabajos de prospección arqueológica en el interior del Parque Nacional deOrdesa y Monte Perdido prestando una atención especial al valle de Góriz, en la vertiente sur del Monte Perdido.
Estas investigaciones, realizadas bajo la dirección de Javier Rey (Gobierno de Aragón), Ignacio Clemente (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y Ermengol Gassiot (Universidad Autónoma de Barcelona), han permitido documentar numerosos yacimientos arqueológicos de diversas cronologías inéditos hasta la fecha.

La campaña de prospecciones del verano de 2018 ha proporcionado un hallazgo sorprendente: la localización de diversos paneles de arte rupestre en dos abrigos en el valle de Góriz, en el camino de acceso al Monte Perdido, a casi 2.200 metros de altitud.
Concretamente, se tratan de pinturas de arte prehistórico denominado por los especialistas como “arte esquemático”. Este tipo de pinturas habitualmente se vinculan al período Neolítico.

Participantes en la campaña de arqueología en Sobrarbe. Heraldo.es.

En los últimos años ya se había localizado arte pictórico prehistórico en el interior del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El mismo GAAM en 2015 documentó un panel de arte levantino cerca del pueblo de Fanlo, a 1.650 metros de altitud. El hallazgo actual sorprende fundamentalmente por el lugar dónde se ha realizado y por su altitud. Aporta, además, otra prueba de la frecuentación por parte de poblaciones de las zonas más altas del Pirineo ya en épocas antiguas de la prehistoria.

Este nuevo hallazgo se relaciona con el conjunto de arte rupestre de diversos yacimientos de Sobrarbe, Aragón y el resto del levante español, que conforman el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Las investigaciones se han llevado a cabo dentro del Proyecto “Arqueología del Pastoralismo”, enmarcado en el programa de Estudio y difusión del pastoralismo en el bien Pirineos Monte Perdido Patrimonio Mundial, promovido por la Comarca de Sobrarbe/Geoparque Mundial UNESCO Sobrarbe-Pirineos y financiado principalmente por el Ministerio de Cultura.

En 2018, los trabajos consistieron en la realización de prospecciones arqueológicas en el valle de Góriz y de una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Coro Trasito (Tella).

Excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Coro Trasito (Tella). Foto Nacho Pardinilla.

Ambas actuaciones han arrojado interesantísimos resultados que serán expuestos con detalle, junto con los los estudios realizados por otros equipos de arqueólogos en Sobrarbe, en las IV Jornadas de Arqueología de Sobrarbe: Prehistoria y arqueología del territorio que van a tener lugar en Boltaña los días 22 a 24 de marzo.

Este viernes 22 de marzo a las 11:30 horas tendrá lugar en la sala de prensa de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), la presentación de las jornadas en rueda de prensa a cargo del presidente de la Comarca de Sobrarbe, Enrique Campo Sanz, y de los tres directores del proyecto Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot y Javier Rey.

Un nuevo estudio genético arroja nueva luz sobre los orígenes de los humanos modernos

Mapa que muestra los primeros enclaves arqueológicos africanos con evidencia de material simbólico y herramientas de piedra microlítica. Crédito: NASA Goddard Space Flight Center Imagen de Reto Stöckli.

Investigadores de la Universidad de Huddersfield, junto con colegas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la Universidad de Minho, en Braga, Portugal, han empleado un enfoque genético para abordar una de las preguntas más difíciles de todas: cómo y cuándo nos convertimos en verdaderos humanos.
El Homo sapiens moderno surgió por primera vez en África hace más de 300.000 años, pero existe una gran controversia entre los especialistas acerca de si los primeros individuos de este tipo habrían sido 'como nosotros' en sus capacidades mentales, en el sentido de que si ellos fueran educados por una familia de Yorkshire de hoy en día, por ejemplo, ¿serían indistinguibles del resto de la población? De hecho, los arqueólogos creen que individuos como nosotros vivieron en pequeñas comunidades en un refugio de la Edad de Hielo en la costa sudafricana hace al menos 100.000 años.

Entre aproximadamente 100.000 y 70.000 años atrás, estas personas dejaron abundantes evidencias de que pensaban y se comportaban como los humanos modernos: en tal sentido, hay pruebas de sus capacidades simbólicas, como el uso de pigmentos (probablemente para pintura corporal), dibujos y grabados, cuentas de concha y pequeñas herramientas de piedra llamadas microlitos que podrían haber formado parte de arcos y flechas. Parte de estas evidencias, que algunos arqueólogos las achacan a un "comportamiento humano moderno", se remontan a más de 150.000 años atrás.

Foto: La capa roja es una mezcla de ocre que quedó depositada en la concha de abulón encontrada en la cueva sudafricana de Blombos. Foto por cortesía de © Grete Moell Pedersen.

Pero si estos logros de alguna manera hicieron que estas personas fueran especiales, sugiriendo un vínculo directo con la gente de hoy en día, la genética de sus modernos descendientes "Khoisan", del sur de África, no parece que lo confirme. Nuestros genomas implican que casi todos los no africanos modernos del mundo, y también la mayoría de los africanos, no derivan de un pequeño grupo de personas que vivieran en Sudáfrica, sino en África Oriental, hace unos 60.000-70.000 años. Hasta ahora no hay señales de que los africanos del sur hubieran contribuido a la enorme expansión del Homo sapiens fuera de África y por todo el resto del mundo cuando tuvo lugar en aquellos tiempos.

Pero eso ha sido hasta el momento. El equipo de genetistas de Huddersfield-Minho, dirigido por el profesor Martin Richards (izquierda) desde Huddersfield y por el profesor Pedro Soares (derecha) desde Braga, junto con el eminente arqueólogo de Cambridge, el profesor Sir Paul Mellars, han estudiado el ADN mitocondrial -heredado por vía materna- de los africanos a un nivel de detalle sin precedentes, y ha identificado una clara señal de que hubo una migración a pequeña escala desde el sur hasta el este de África hace aproximadamente 65.000 años. Tal señal solo es evidente en la actualidad en el ADN mitocondrial. El resto del genoma se puede decir que ha quedado reducido a la nada por recombinación, es decir, por la reorganización de los genes cromosómicos paternos de cada generación -y que no afecta al ADN mitocondrial- en los milenios intermedios.

La señal de semejante migración tiene sentido en función del clima. Durante la mayor parte de los últimos cientos de años, diferentes zonas de África han estado desfasadas entre sí en términos de la aridez del clima. Solo durante un breve período, hace 60.000-70.000 años, hubo un periodo durante el cual el continente africano en su conjunto experimentó una humedad suficiente como para abrir un corredor entre el sur y el este. Y, curiosamente, fue hace aproximadamente 65.000 años cuando algunos de los signos simbólicos, y la complejidad tecnológica observada anteriormente en Sudáfrica, comenzó a aparecer en África oriental.


La identificación de esta señal abre la posibilidad de que la migración de un pequeño grupo de individuos desde el sur hacia el este, hace aproximadamente 65.000 años, pudo transmitir aspectos de su sofisticada cultura humana moderna a los individuos que poblaban África oriental. Los pueblos del este de África eran biológicamente muy poco diferentes de los sudafricanos: todos eran modernos Homo sapiens, sus cerebros eran igual de avanzados y, sin duda, estaban preparados cognitivamente para recibir los beneficios de las nuevas ideas y la actualización derivadas de las mismas. La forma en que pudo haber sucedido no habría sido muy diferente a como cuando una cultura actual aislada y muy atrasada termina por encontrarse y quedar abarcada por la civilización occidental de hoy en día.
En cualquier caso, parece que algo sucedió cuando los grupos del sur se unieron con los de la zona este de África, con el resultado de ser la diáspora más grande del Homo sapiens que se haya conocido, tanto en África como fuera de la misma, asentándose posteriormente en gran parte de Eurasia y llegando hasta Australia dentro de un marco temporal de tan sólo unos pocos miles de años.

El profesor Mellars (izquierda) comentó al respecto: "Este trabajo demuestra que la combinación de la genética y la arqueología, cuando trabajan juntas, puede proporcionar avances muy significativos en nuestra comprensión de los orígenes del 'Homo sapiens'".

El artículo, "A dispersal of Homo sapiens from southern to eastern Africa immediately preceded the out-of-Africa migration" ("Una dispersión del Homo sapiens desde el sur hasta África oriental inmediatamente anterior a la migración fuera de África"), se puede encontrar en línea en Nature, Scientific Reports.

Fuente: Universidad de Huddersfield | 20 de marzo de 2019

Un Stonehenge subterráneo en Huelva: el dolmen de Soto conserva grabados de hace 6.000 años de figuras armadas

Dolmen de Soto de Trigueros, en Huelva (Junta de Andalucía)

El marqués Armando de Soto recibió al albañil Manuel Guijarro, que estaba levantando una caseta para el guarda en su finca La Lobita. El trabajador le explicó que habían hallado unas enormes y raras piedras en el paraje del Zancarrón, en el municipio onubense de Trigueros. De Soto se acercó a ver de qué se trataba y, tras inspeccionarlo, e... Posteriormente, envió un informe con sus averiguaciones a la Real Academia de la Historia. Corría 1923.

Casi un siglo después, y gracias a las nuevas tecnologías, expertos de cuatro universidades españolas y otra estadounidense tienen ya los resultados definitivos: un dolmen, bajo un túmulo de 60 metros de diámetro, con más de 60 grabados de figuras que portan hachas, báculos y puñales. Muchos de ellos fueron representados con mantos de dibujos geométricos en rojo y negro sobre fondo blanco. Su antigüedad aproximada, unos 6.000 años.

Mimi Bueno-Ramírez (izquierda), catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), comenta orgullosa: Si hubiese estado ubicado en Reino Unido, por ejemplo, ya sería uno... Es, sencillamente, espectacular”.
El descubrimiento de las cuevas de Altamira (solo reconocidas mundialmente en 1902) llamó la atención de los mejores arqueólogos de Europa a principios del siglo XX. España se estaba convirtiendo en una especie de 'Salvaje Oeste' de la arqueología donde todos querían encontrar 'El Dorado'. Entre aquellos expertos se hallaba el alemán Hugo Obermaier, quien recibió una invitación de la Real Academia de la Historia para investigar en profundidad los descubrimientos en la finca del marqués.

En 1924, Obermaier publicó un libro que se convirtió pronto en referencia sobre uno de los monumentos megalíticos más conocidos en la bibliografía especializada europea, que no por el público. Pero no contaba con los medios actuales para su labor. Hace ahora tres años, las universidades de Alcalá, Huelva, Sevilla, Castilla-La Mancha, la UNED y la norteamericana de Texas en Austin decidieron unir sus esfuerzos y aplicar en el monumento las tecnologías más avanzadas.
Los resultados señalan que el conjunto megalítico está recubierto por un gran montículo de unos 60 metros de diámetro y rodeado, a su vez, por un círculo de piedras de otros 65 metros. En su interior alberga una galería compuesta por 63 soportes pétreos, una losa frontal y otras 30 que lo recubren. Un corredor de 21,50 metros se inicia de manera angosta hasta alcanzar más de tres metros de anchura y altura en el fondo del monumento. Todas las piedras están grabadas, talladas o pintadas, según desvela el estudio, plasmado en el libro Símbolos de la muerte en la Prehistoria reciente en el sur de Europa, el dolmen de Soto, publicado por la Junta de Andalucía.

Imagen aérea del túmulo del dolmen de Soto. JOSÉ ANTONIO LINARES.

¿Y de dónde sacaron sus constructores semejantes moles? “Desmontaron un círculo anterior [al estilo de Stonehenge en Inglaterra] y lo transportaron al interior del túmulo, aunque desconocemos los motivos, pero lo más plausible es que fuera el centro de una gran necrópolis”, precisa Bueno-Ramírez.

Para enterrar las piedras, y dado que su altura era superior a la del túmulo, tuvieron que fracturarlas y rebajarlas. “El caso más vistoso es el de la cabecera. Aparecía muy fragmentada por arriba, incluso con grabados antiguos cortados. Hemos conseguido demostrar que este fragmento debió de alcanzar una altura próxima a los seis metros”, señala la catedrática.

Alzado con fotografías de los dos laterales de soportes decorados en el dolmen de Soto. RODRIGO DE BALBÍN | EPV.

El dolmen, a su vez, está rodeado por un círculo de piedras fragmentadas. Las excavaciones confirman que esta circunferencia es más antigua que el propio dolmen y que de ella se extrajeron soportes que sirvieron para la construcción subterránea. De ahí el estado actual de las piedras del círculo, muchas cortadas al ras.

Gracias a las pruebas de carbono 14 los expertos han datado la construcción en el cuarto milenio antes de Cristo. Los soportes que conforman sus paredes están decorados. Los más notables son los del corredor y todos disponen de una decoración inicial con grabados y pintura roja que procede del primer círculo o de otras estructuras que se hubiesen levantado en el entorno. Sin embargo, al construir el nuevo dolmen, la población neolítica los regrabó y comenzó a reproducir personajes armados.


Dibujo del personaje armado con espada del Bronce Final en el dolmen de Soto. BUENO Y OTROS

“No existe un solo monumento megalítico en Europa que disponga de tantas estelas armadas en sus paredes”, indica Bueno-Ramírez. "De hecho, se distinguen dos filas de figuras que constituyen una exhibición única de armas dibujadas”. En el exterior del túmulo, los especialistas localizaron un taller metalúrgico del tercer milenio, lo que significa que las imágenes con armas del interior se corresponden con los conocimientos metalúrgicos logrados entonces.

Otro descubrimiento excepcional es una figura con una espada del tipo lengua de carpa, una tipología propia del Bronce Final (3.000 años a.C.) y del ámbito de Tartesos, lo que significa que es el primer caso de estela armada de esta época en un dolmen. Ello supone que los siguientes ocupantes del complejo “tenían interés por integrarse en el monumento de los antiguos ancestros para reforzar su prestigio”.

Los expertos también han hallado restos humanos. Obermaier describió ocho cuerpos con sus correspondientes ajuares, que entregó al dueño de la finca, quien, a su vez, los transportó al Reino Unido, donde su rastro se pierde. “Una pena, porque nunca se han podido analizar”, se encoge de hombros la catedrática, algo contrariada a pesar del éxito de las universidades.

Fuente: elpais.com | 19 de marzo de 2019