La cuna de la humanidad se extiende a toda África

Miembros del equipo de Ain Hanech excavando en Ain Boucherit, Argelia / Sahnouni et al.

Un equipo de científicos encabezado por Mohamed Sahnouni (izquierda), arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), acaba de publicar en la revista Science un artículo que rompe con el paradigma de que la cuna de la humanidad se encuentra en África Oriental. El trabajo se ha basado en los restos arqueológicos hallados en los yacimientos de la región de Ain Hanech (Argelia), los más antiguos que se conocen actualmente en el Norte de África.

El arqueólogo Mohamed Sahnouni, en un yacimiento argelino. CENIEH

Durante mucho tiempo, África oriental ha sido considerada el lugar de origen de los primeros homínidos y de la tecnología lítica, porque hasta ahora se sabía muy poco sobre las primeras ocupaciones y sus actividades al norte de continente. Dos décadas de investigaciones de campo y de laboratorio han demostrado que los primeros homínidos fabricaban herramientas líticas en África septentrional que son casi contemporáneas con los primeros utensilios de piedra conocidos en el África oriental, de hace 2,6 millones de años.

Se trata de artefactos y huesos de animales con marcas de corte de herramientas de piedra, con una cronología estimada en 2,4 y 1,9 millones de años, hallados en dos niveles del yacimientos de Ain Boucherit, el cual se lleva excavando desde 2006.

Los fósiles de animales como cerdos, caballos y elefantes, procedentes de yacimientos muy antiguos, han sido utilizados por el paleontólogo Jan Van Der Made, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, para corroborar la antigüedad derivada del paleomagnetismo obtenida por el geocronólogo del CENIEH, Josep María Parés, y de la resonancia paramagnética electrónica (RPE) llevada a cabo por Mathieu Duval, de la Universidad de Griffith.

Un hueso, un radio de bóvido, con marcas de corte. MOHAMED SAHNOUNI.

Más que carroñeros

Los artefactos de Ain Boucherit se fabricaban con piedra caliza y sílex disponibles localmente e incluye cantos tallados como choppers, poliedros y subesferoides, así como herramientas de corte con bordes afilados utilizadas para el procesamiento de cadáveres de animales. Estos artefactos son típicos de la tecnología lítica olduvayense, conocida desde hace de 1,9 a 2,6 millones de años en África Oriental, aunque los de Ain Boucherit muestran sutiles variaciones.

“La industria lítica de Ain Boucherit, que es tecnológicamente similar a la de Gona y Olduvai, demuestra que nuestros antepasados se aventuraron en todos los rincones de África, no sólo en su parte oriental. La evidencia de Argelia cambia la visión anterior de que África Oriental es la cuna de la humanidad. En realidad, toda África ha sido cuna de la humanidad”, afirma Mohamed Sahnouni, líder del proyecto Ain Hanech.

Un canto del que se extrajeron lascas afiladas, en Ain Boucherit. MOHAMED SAHNOUN.

Ain Boucherit es uno de los pocos yacimientos arqueológicos de África que ha proporcionado pruebas de huesos con marcas de corte y percusión asociadas in situ con las herramientas líticas, que muestran inequívocamente que los homínidos ancestrales aprovechaban la carne y la médula ósea de los animales de todos los tamaños y las partes esqueléticas, lo que implicaba el despellejamiento, la evisceración y la descarnación de las extremidades superiores e intermedias.

Isabel Cáceres (izquierda), tafónoma del IPHES, ha comentado al respecto que “el uso eficaz de herramientas líticas con cortes afilados en Ain Boucherit sugiere que nuestros antecesores no eran meros carroñeros. No está claro en este momento si cazaban o no, pero las pruebas demuestran claramente que estaban compitiendo de forma exitosa con los carnívoros y que gozaban del acceso prioritario a la carne de los animales”.

¿Quién ha fabricado estas herramientas?
En este momento, la pregunta más importante es quién fabricó las herramientas de piedra descubiertas en Argelia. Todavía no se han encontrado restos de homínidos en el Norte de África que sean contemporáneos de los primeros artefactos líticos. De hecho, tampoco se ha documentado ningún homínido en asociación directa con las primeras herramientas líticas conocidas en el Este de África.

Sin embargo, un descubrimiento reciente en Etiopía ha puesto de manifiesto la presencia del primer Homo hace aproximadamente 2,8 millones de años, y es con mucha probabilidad el mejor candidato también para los materiales hallados tanto al este como al norte del continente africano.

Mandíbula hallada en Etiopía, de 2,8 millones de años, y perteneciente al primer miembro conocido del género Homo / BRIAN VILLMOARE

Durante mucho tiempo, los científicos creyeron que los homínidos y su cultura material se habían originado en el Gran Valle del Rift del África Oriental. Sorprendentemente, el primer homínido conocido datado en aproximadamente 7 millones de años, y el Australopithecus bahrelghazali, de hace 3,3 millones de años, han sido descubiertos en Chad, situado en el Sáhara, a 3.000 km de las fosas tectónicas del este de África.

Como explica Sileshi Semaw (derecha), científico del CENIEH, que también ha participado en este artículo, “los homínidos contemporáneos de Lucy, de aproximadamente 3,2 millones de años, probablemente deambulaban por el Sáhara, y sus descendientes podrían haber sido los responsables de dejar los restos arqueológicos ahora descubiertos en Argelia, que son casi contemporáneos de los de África Oriental”.
“Las próximas investigaciones se centrarán en la búsqueda de fósiles de homínidos en los yacimientos cercanos del Mioceno y el Plio-Pleistoceno, en busca de los fabricantes de utensilios e incluso de herramientas líticas más antiguas”, concluye Sahnouni.

La arqueóloga Isabel Cáceres (izquierda), de la Universidad Rovira i Virgili, ha participado en el análisis de las marcas de corte en los huesos animales. Son surcos imperceptibles e insulsos para un profano, pero se convierten en un libro de texto bajo la mirada de Cáceres. “Si hay marcas de corte en la cara interna de las costillas, significa que evisceraban ellos a los animales. Por lo tanto, no eran meros carroñeros pasivos. Ellos llegaban antes que los carnívoros. Tenían acceso prioritario a la carne”, apunta la arqueóloga, también investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, en Tarragona.
El prehistoriador Manuel Domínguez Rodrigo, codirector de un proyecto de investigación en la garganta de Olduvai y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, aplaude el nuevo estudio, en el que no ha participado. A su juicio, las marcas de corte y el gran tamaño de los animales de Ain Boucherit sugieren posibles “estrategias de emboscada”, que implicarían una organización social en proceso de sofisticación. “Es lo mismo que estamos viendo en yacimientos de África oriental de la misma época: los homínidos ya están llegando los primeros”. Era el comienzo del dominio humano del mundo.

Fuentes: agenciasinc.es | elpais.com | 29 de noviembre de 2018

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¿Quién empuñó el primer cuchillo?

Por María Martinón Torres, directora del CENIEH
Cuando los científicos se preguntan sobre qué atributos nos hacen humanos siempre sale esa quiniela de tres variables con la que, a grandes rasgos, todos estamos de acuerdo. Somos un primate bípedo, tecnólogo y de gran cerebro, aunque todavía quede mucho por decir sobre qué fue antes, si el huevo o la gallina.
En particular, la tecnología se ha convertido en nuestro exoesqueleto, en una prolongación de nuestra anatomía sin la que apenas sabríamos vivir. Abandonar la locomoción sobre cuatro patas contribuyó a la conveniencia de tener las manos libres, algo tan útil e importante para el modo de vida que habría de caracterizarnos. Salvo exiguas y vitales excepciones (como acariciar al otro o llevarnos las manos a la cabeza) nuestra mano se liberó para poder estar siempre llena.

Le nacen cuchillos para untar la mantequilla o cortar la carne; bolígrafos para firmar informes (cada vez menos postales); móviles para leer las noticias o enviar un tuit incendiario; asas para transportar una cartera o llevarnos a los labios una taza de café; batutas para dirigir orquestas o arados para sembrar campos. De una manera u otra, la capacidad de crear instrumentos que nos permiten relacionarnos con el mundo se ha convertido en seña e identidad de nuestra especie. ¿Pero cuándo empezó todo?

Una herramienta afilada hallada en el yacimiento de Ain Boucherit (Argelia).MOHAMED SAHNOUNI

Nuestra primera herramienta fue una piedra. La escogimos y la tallamos para que de un pedrusco informe apuntase un filo con el que descarnar los huesos. Esas piedras cortantes y las marcas que dejan en los huesos son el primer testigo de nuestra capacidad de manipulación, el germen de nuestra particular forma de explotar el mundo. Hasta entonces no nos interesaba la carne y de los animales solo éramos presas, pero no cazadores. La evidencia más antigua de nuestra habilidad para utilizar y quizá tallar piedras se encontraba en el este de África, con 2,6 millones de años, en el yacimiento de Gona (Etiopía). Hasta ahora, el este de África había sido siempre el lugar predilecto para encontrar el origen de todo lo que nos singulariza, las primeras herramientas, los primeros pasos, los primeros humanos modernos.

Sin embargo, esta semana, un equipo de científicos internacionales, liderado por los investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), publica el hallazgo de herramientas y marcas de corte en huesos de .... Se trata de una serie de artefactos toscos, adscritos al que se conoce como Modo 1 o Olduvayense. La antigüedad de los hallazgos abarca desde los 1,9 hasta los 2,4 millones de años, por lo que son prácticamente contemporáneos de las primeras herramientas hasta ahora conocidas. La industria de Ain Boucherit sugiere que o bien la capacidad artesana de los primeros humanos se expandió de forma cuasi veloz desde el este al norte de África, o que el origen de esta habilidad no fue único, y que en varios lugares a un tiempo surgió la necesidad y el arte de construir y tallar con nuestras manos.

¿Es al fin y al cabo tan extraño jugar con una roca rota al azar y descubrir que puede ser útil como cuchillo? ¿No es casi natural comprender que una piedra puede servir para machacar un hueso, un tubérculo o la cáscara de un fruto seco? ¿No es posible que esta habilidad haya aparecido y desaparecido varias veces a lo largo de la historia de nuestros ancestros? Quizá en este, como en tantos otros debates evolutivos, lo que hay que preguntarse no es tanto sobre la capacidad de una especie determinada para hacer algo (así sean herramientas o pinturas rupestres), sino en qué medida ese comportamiento caracteriza a esa especie. ¿Es lo típico de ese grupo? ¿En qué momento esa actividad pasó de ser esporádica a convertirse en parte sustancial de su vida?

Foto: Excavación en Ain Hanech en Argelia que dirige Mohamed Sahnouni. | CENIEH.

Con fechas tan antiguas y sin fósiles asociados, es difícil saber si el primero en tallar y empuñar un cuchillo fue uno de los primeros representantes del género Homo, al que pertenecemos nosotros, o del género Australopithecus, al que pertenece la pequeña Lucy. Pero de lo que no hay duda es de que a partir de 2,4 millones de años encontramos más y más evidencias de que nuestros ancestros comenzaban a consumir carne y a valerse de útiles de piedra para poder descarnar los animales a los que primero accedieron como carroñeros y después como cazadores. Y que ese comportamiento tecnológico se convirtió en sello y seña del linaje humano, tanto que la tecnología es, a día de hoy, nuestra segunda piel. Cada vez son más contados, y más íntimos, los momentos en que el ser humano, de verdad, está desnudo. Hace 2,5 millones de años la tecnología comenzaba a servir al hombre y hoy nos preguntamos si es el hombre el que depende, servil, de la tecnología.

Hay quien dice que el éxito de la humanidad llegó cuando fuimos capaces de independizarnos del medio, una afirmación que a mí me produce sentimientos encontrados. Con las primeras herramientas arrancó la historia de lo que algunos llaman nuestra “liberación”. Sin embargo, el relato de nuestro éxito como el de la conquista de nuestra independencia del entorno tiene ecos de hijo desagradecido que muerde la mano que le da de comer, que se jacta de esclavizar la tierra que un día le sirvió de cuna. También es verdad que las mismas manos que pueden tallar árboles o clavar puñales pueden plantar flores, tocar el piano o curar heridas. Todas son cosas de humanos, al fin y al cabo.

Fuente: elpais.com | 29 de noviembre de 2018

Descubren enterramientos de hace entre 10.000 y 6.000 años en Ecuador, los más antiguos conocidos

Cráneo hallado en Loma Atahualpa, Ecuador, 2018. (Foto: FEFU)

Arqueólogos de la Universidad Federal del Lejano Oriente (FEFU, Rusia) y de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL) de Ecuador han encontrado tres entierros de hace entre 10.000 y 6.000 años en el Cantón Atahualpa (Ecuador). Los hallazgos pertenecen a la cultura arqueológica de Las Vegas de la Edad de Piedra.

El análisis de los artefactos ayudará a los científicos a comprender mejor el desarrollo de las culturas antiguas en las costas del Océano Pacífico y aclarar el origen y desarrollo de las antiguas civilizaciones americanas.

Previamente, los científicos habían investigado el famoso asentamiento neolítico de Real Alto. Pero en 2018, decidieron estudiar un yacimiento anterior con el fin de rastrear el desarrollo de las culturas antiguas de la costa del Pacífico que se encuentra frente a la costa del Pacífico de Rusia (Extremo Oriente ruso).

“El sitio arqueológico de Loma Atahualpa es más arcaico que Real Alto, sus materiales son de transición del Mesolítico al Neolítico. Excavamos tres enterramientos que problablemente se hicieron en tres momentos diferentes. Esto permitirá comparar sus materiales y recuperar nueva información sobre las culturas antiguas en el periodo de hace entre 10.000 y 6.000 años”, apunta el investigador Alexander Popov, director del Museo de Investigación y Educación de la FEFU.

Foto: Excavaciones en el yacimiento de Real Alto, Ecuador.

Los materiales de la campaña realizada están siendo procesados por expertos de varios países. Las herramientas de piedra encontradas fueron examinadas en la Universidad de Tohoku (Japón) en busca de rastros de actividad mecánica para comprender cómo se usaban. También se enviaron muestras para la datación por radiocarbono.

Simultáneamente, antropólogos del Museo de Antropología y Etnografía de Pedro el Grande (El Kunstkamera, San Petersburgo, Rusia) y la Academia Rusa de Ciencias comenzaron a estudiar las características morfológicas de los restos humanos encontrados.

Los arqueólogos de la FEFU trabajan en Ecuador desde 2014. El proyecto tiene como fin comparar cómo los humanos antiguos se habían estado adaptando a los cambios ambientales en los lados opuestos del océano, es decir, en América del Sur y Asia Oriental. Por esa razón, en paralelo se están llevando a cabo estudios en el sur de Primorye, Rusia, incluida la Isla Russky, según la información de la FEFU recogida por DiCYT. (Fuente: DICYT)

Fuente: noticiasdelaciencia.com | 28 de noviembre de 2018

La Edad del Hielo y el ocaso de los neandertales

Neandertal. Fuente: Arqueología y paleontología 2012.

El período comprendido entre hace 70.000 y 14.000 años fue extremadamente frío en el hemisferio norte. Ese período se conoce popularmente como la Edad del Hielo. Aunque en esa época hubo algunos indicios de cierta recuperación, el clima llegó finalmente a uno de los picos más fríos que se conocen en el Cuaternario. Este período se ha estudiado con mucha atención por parte de los paleoclimatólogos, porque fue esencial y definitivo para el devenir de la historia de nuestra genealogía y de Europa en particular. En efecto, hace unos 40.000 años nuestra especie comenzó a ocupar el continente europeo y terminó por quedarse con todo el territorio.

Los expertos en clima han sido capaces de reconocer hasta 16 alternancias climáticas mayores desde el inicio el Pleistoceno Medio, hace unos 772.000 años, hasta la actualidad. Nosotros disfrutamos ahora de un clima cálido, que siguió a la Edad del Hielo, tras una súbita recuperación de las temperaturas hace unos 11.000 años. Esos mismos expertos han afinado en sus observaciones y ya son capaces de detectar una serie de oscilaciones climáticas en la Edad del Hielo, aunque siempre dentro de parámetros dominados por el frío y la extrema sequedad de las zonas continentales.
Los estadios 12, 11 y 10 (GS12, GS11 y GS10) se han datado entre 43.300 y 40.200 años, que coinciden con el reemplazamiento en Europa de los neandertales por los humanos modernos.


El investigador Michael Staubwasser (izquierda, Universidad de Colonia, Alemania) ha liderado un equipo para estudiar las condiciones climáticas de ese período de la Edad del Hielo. Sus conclusiones se han publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, USA (PNAS). Se ha realizado un estudio de la concentración de ciertos isótopos del oxígeno, carbono y nitrógeno en formaciones de carbonato cálcico (espeleotemas) de dos cuevas de los Cárpatos. El análisis de la proporción de esos isótopos permite discernir cambios en el clima. La situación de las cuevas es estratégica, puesto que se encuentran en el actual estado de Rumanía, a uno 50 y 250 kilómetros al norte del Danubio. Se asume que este curso fluvial fue clave para la movilización de los grupos humanos que colonizaron el continente europeo.

Los resultados de Staubwasser y su equipo sugieren que el período correspondiente a los estadios GS12 y GS10 fue muy frío y seco, de manera que las condiciones de vida en esa y otras regiones de Europa fueron extremas. Es posible, como sugieren estos investigadores, que los grupos neandertales experimentaran un declive importante en ese lapso de tiempo. Como se ha venido repitiendo en varios trabajos previos, un descenso en la densidad demográfica con el consiguiente incremento de la endogamia, habría debilitado enormemente a la especie Homo neanderthalensis.

Algunos investigadores han asumido que los neandertales se vieron abocados al consumo casi exclusivo de la carne de caza, un hecho también negativo para la biología de este grupo humano. Así que parece muy razonable considerar la hipótesis de una disminución progresiva de la población de los neandertales por debilitamiento genético. Diferentes yacimientos atestiguan la existencia de un vacío territorial hace unos 40.000 años antes del presente. En esos yacimientos se observan niveles estratigráficos estériles, formando una especie de “sandwhich” en el que los niveles inmediatamente inferiores contienen industria lítica típica de los neandertales (musteriense y chatelperroniense), mientras que los inmediatamente superiores contienen industria típica de Homo sapiens (auriñacience).

Si todas las piezas del puzzle encajan bien, muchos territorios del Europa habrían quedado vacíos durante algunos cientos de años. Los miembros de nuestra especie habrían sido capaces de colonizar esos territorios en un lapso temporal muy corto, reemplazando a los neandertales. Puesto que las condiciones climáticas siguieron siendo muy frías hasta el final de la Edad del Hielo, también es necesario reflexionar sobre la capacidad adaptativa de Homo sapiens. Algo había sucedido en nuestra especie, para ser capaces de ocupar el espacio que dejaron los neandertales. Los encuentros que permitieron la hibridación entre las dos especies habrían tenido lugar antes del reemplazamiento. La coexistencia de las dos especies en el Corredor Levantino durante más de 50.000 años es tiempo más que suficiente para que los neandertales y los sapiens llegaran a conocerse bien e intimar.

Poco a poco vamos sabiendo más sobre la historia de Europa en el Pleistoceno. Cada aproximación metodológica, como la que presentan Stauwasse y su equipo, es un paso más en la buena dirección.

Fuente: quo.es | 29 de noviembre de 2018

Un estudio atribuye un "linaje, prestigio e influencia" al "gran mercader de marfil" del dolmen de Montelirio (Sevilla)

El 'mercader de marfil' enterrado en Castilleja de Guzmán

Una investigación científica sobre las élites en las antiguas sociedades de la Edad del Cobre atribuye la fundación de "un importante linaje de prestigio e influencia a un gran mercader de marfil" enterrado en dicho periodo en el entorno del dolmen de Montelirio, enclavado en Castilleja de Guzmán (Sevilla), al ser descubierto su cadáver con "suntuosos efectos funerarios de marfil sin parangón" en toda la Península, lo que probaría su papel como "gran hombre" de la "historia social" del asentamiento calcolítico aljarafeño.

Dicho trabajo, titulado "Definiendo las élites: un análisis comparativo de la clasificación social en la Edad del Cobre ibérica", está firmado por Leonardo García Sanjuán, Marta Cintas-Peña, Martin Bartelheim y Miriam Luciañez Triviño, quienes advierten de que aunque el estudio de las cúpulas de las sociedades complejas previas a los estados y la formación de tales grupos sociales "ha sido uno de los asuntos clásicos en la antropología y la arqueología desde la mitad del siglo XX", en el caso de la investigación del Calcolítico ibérico "resulta llamativa su ausencia".

Por eso, el propósito de este estudio es "detectar expresiones arqueológicas de la diferenciación social" y la "jerarquización" en dicho periodo de la Prehistoria peninsular, a partir de enterramientos individuales encuadrados en la Edad del Cobre ibérica en los que fueron descubiertos objetos o efectos funerarios de carácter "especial".

Porque, como razonan los autores de este estudio recogido por Europa Press, "la distinción social de una persona de alto rango durante su vida probablemente se haya reflejado en un tratamiento funerario excepcional".


Piezas de marfil halladas en un yacimiento en Valencina de la Concepción (Sevilla). /UA

INDIVIDUOS "SOCIALMENTE EXCEPCIONALES"
Para esta investigación, estos científicos analizan una muestra de inhumaciones de individuos del Calcolítico ibérico "que parecen haber sido socialmente excepcionales". Se trata de ocho enterramientos pertenecientes a seis yacimientos arqueológicos o localizaciones relacionadas con la Edad del Cobre: Camino de las Yeseras y la Magdalena en Madrid, Valle de las Higueras en Toledo, La Vital en Valencia, y en la provincia de Sevilla la cueva de La Molina y el entorno prehistórico de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán.

En ese sentido, el estudio presta especial atención a un enterramiento descubierto en las inmediaciones del dolmen de Montelirio, enclavado en Castilleja de Guzmán, hallado en 1998 y caracterizado por un corredor de unos 39 metros de longitud. Se trata del cadáver de un "joven adulto de entre 17 y 25 años" localizado en una estructura funeraria y "rodeado de una completa colección de artefactos, incluyendo un colmillo de elefante africano cuidadosamente colocado alrededor de su cabeza, un gran plato de cerámica situado a su espalda, 21 filos de sílex, una hoja de daga" de dicho mineral y junto a ella una pieza de ámbar que habría decorado la empuñadura del cuchillo.

Además, el ajuar mortuorio de este individuo incluía "dos recipientes de marfil", diversos fragmentos de dicho material y un pequeño puñado de cobre, siendo rociado el cadáver y su prolijo ajuar con un "pigmento de intenso color rojo".

Dolmen de corredor largo, 22 m (DGL) del sector PP4 de Montelirio. Foto obtenida de la web de la Asociación Los Dolmenes de Valencina.

"GRAN HOMBRE" DEL ASENTAMIENTO CALCOLÍTICO
La abundante presencia de efectos de marfil en esta inhumación condujo a los investigadores a tratar al individuo enterrado con el apodo de "marchante" o "mercader" de marfil, exponiendo este estudio que las pruebas bioarqueológicas y contextuales sugieren que este "vendedor de marfil pudo haber sido un trabajador duro engrandecido por sí mismo" hasta la categoría de "gran hombre" de la "historia social" del asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán.

Es más, los autores de este trabajo describen a este marchante de marfil como "el fundador de un importante linaje cuyo prestigio e influencia sobrevivió" más allá de él mismo "durante algún tiempo". Y es que en el marco de este mismo estudio y las ocho inhumaciones individuales analizadas, los investigadores atisban una "posible conexión social o de parentesco" entre este hombre y una mujer cuyo cadáver fue descubierto en la cueva artificial de La Molina, localizada en Lora de Estepa (Sevilla) y datada entre finales del IV milenio y la primera mitad del III milenio antes de Cristo.

Dicho posible vínculo deriva de que el ajuar funerario de esta mujer incluía "varios objetos de marfil" como una empuñadura para un cuchillo de pedernal, un colmillo de elefante colocado alrededor de su cabeza "casi exactamente del mismo modo" que en el caso del "mercader de marfil" de Montelirio, dos recipientes decorados, un objeto con forma de media luna y "otros fragmentos indistinguibles" de dicho material.

Puñal de hoja de cristal de roca y enmangue de marfil de Montelirio (Sevilla). M. A. Blanco; Grupo ATLAS, Universidad de Sevilla

"RIQUEZAS ESOTÉRICAS"

En paralelo, los autores de este estudio exponen que estos dos enterramientos presentaban "suntuosos efectos funerarios de marfil sin parangón" en el Calcolítico ibérico, argumentando que el acceso del "mercader de marfil" y la mujer de La Molina a "materiales exóticos" representa "el mejor ejemplo conocido" en la Península sobre la manera en la que "el uso de riquezas esotéricas con ideologías externas asociadas puede servir como marca definitoria de estatus y como popularidad política, usada para materializar relaciones políticas".

Y dado que este trabajo incluía también los cadáveres de dos mujeres enterradas en la cámara principal del dolmen de Montelirio, ambas interpretadas como posibles "sacerdotisas" y una de ellas hallada con vestigios de "una túnica muy elaborada" y colgantes de ámbar y marfil, estos expertos barajan la idea de que estas cuatro personas pudieran estar "conectadas dentro de una estructura social dominada por linajes en competencia".

"De hecho, dada su proximidad geográfica y posibles nexos sociales, se puede argumentar que estas cuatro personas fuesen parte de dinámicas sociales específicas acontecidas en el Valle del Guadalquivir en el comienzo del tercer milenio antes de Cristo", consideran García Sanjuán, Cintas-Peña, Bartelheim y Miriam Luciañez, quienes concluyen que en dicho periodo "la posición de las élites era inestable", extremo que probarían por ejemplo las fluctuaciones en la actividad funeraria del asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán.

Fuente: 20minutos.es | 25 de noviembre de 2018

Los neandertales del Caúcaso intercambiaban obsidiana entre sí, a largas distancias, hace 70.000 años

A - Obsidiana en depósitos piroclásticos en Zayukovo (Baksan); B – C - rocas de obsidiana (“bombas volcánicas”) varían en color y forma.

Investigadores rusos han descubierto que tribus neandertales que habitaron el Cáucaso intercambiaban obsidiana entre sí hace unos 70.000 años a través de largas cadenas de contacto, según queda reflejado en un estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science.
Los especialistas estudiaron y compararon herramientas antiguas hechas de obsidiana o de vidrio volcánico, un tipo de roca ígnea, que fueron halladas en distintas zonas de la región del Cáucaso. Tras analizar la composición química de cada ejemplar de obsidiana, vieron que la mayoría de ellos provenía de un yacimiento situado en los alrededores de aldea Zayúkovo, en la república rusa de Kabardino-Balkaria.

Mapa en el que se muestra las ubicaciones de los principales yacimientos del Paleolítico Medio y Superior en el Cáucaso, así como algunas fuentes de obtención de obsidiana.

Dado que este recurso era extraído en las regiones centrales del Cáucaso, desde donde llegó al noreste y a otras zonas distantes situadas a 250-450 kilómetros, los especialistas concluyeron que los neandertales transportaron la obsidiana y la intercambiaron entre ellos.

Según los investigadores, la circulación de obsidiana empezó en el Paleolítico medio, llegando en ese periodo a más de 200 kilómetros desde el yacimiento mencionado, una distancia que después se amplió hasta los 450 kilómetros en el Paleolítico superior.

El transporte de obsidiana facilitó los contactos culturales entre los neandertales en estas regiones y confirma sus movimientos migratorios, desde el sur al norte en el comienzo del Paleolítico superior.

1.- Vista de la gruta de Saradj-Chuko (Fanduko); 2–9. - Herramientas de obsidiana de la capa 6B, obtenidas en excavaciones realizadas en 2017.

Fuente: actualidad.rt.com| 27 de noviembre de 2018

Las coloridas momias de Dahshur, el último hallazgo en una necrópolis real de Egipto

Uno de los atáudes. MINISTERIO DE ANTIGÜEDADES EGIPCIO

En tonos azules, marrones y verdes el cartonaje del sarcófago aún guardaba intacta la cara de quien habitó el ataúd durante cerca de tres milenios. Una misión de arqueólogos egipcios acaba de hallar ocho sepulturas con sus respectivas momias alojadas en cajas que han conservado sus colores con la vivacidad del primer día.

El último descubrimiento de la egiptología se ha producido bajo las arenas de la necrópolis real de Dahshur, un perímetro salpicado de pirámides ubicado a unos 40 kilómetros al sur de El Cairo y que -junto a las de Abusir, Saqara y Giza- son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Las tumbas se han localizado precisamente al noreste de la pirámide negra del faraón Amenemhat II durante las labores de excavación.

"Los enterramientos contenían ocho sarcófagos de caliza con momias en su interior, tres de las cuales se hallan en un muy buen estado de conservación", relata Mustafa al Waziri (izquierda), secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades. Encajados en la piedra, los sarcófagos antropomorfos lucen un cartonaje exquisitamente adornado con el retrato del difunto y diferentes escenas religiosas que se extienden por todo su cuerpo.

Los esqueletos desempolvados del cementerio, cuya identidad aún se desconoce, encontraron reposo eterno en sus confines durante el período tardío o baja época, una etapa de la historia egipcia que transcurre desde el 664 hasta el 332 a.C. y en el que los últimos monarcas locales reinan una tierra que acaba en manos de Alejandro Magno y la dinastía ptolemáica.


Su presencia en Dahshur es una huella del uso a lo largo del tiempo de la necrópolis que levantó el faraón Seneferu (2614-2579 a. C.), padre de Keops y precursor de la auténticas pirámides. En su árida geografía se ubican las pirámides romboidal -con su doble inclinación causada por las modificaciones sufridas a mitad de obra- y la imponente roja, la primera de caras lisas que allanó el camino para que la técnica acariciara la perfección en los poliedros de la meseta de Giza.

Vista de la necrópolis real de Dahshur, donde se hallaron las momias M. DE ANTIGÜEDADES EGIPCIO

El cementerio faraónico, próximo a un cuartel de ejército y víctima de episodios de expolio en 2012, sigue proporcionando sorpresas. El año pasado asomó una cámara funeraria de la hija de un faraón que durante 3.700 años había permanecido lejos de los focos, un mes después de que se localizaran los restos de la pirámide de su padre, el monarca de la XIII dinastía Ameny Qemau. En la estancia, se halló una caja con los restos de la princesa: el hígado, el intestino, el estómago y los pulmones.
Las autoridades barruntan destinar los sarcófagos recién descubiertos -tras su preceptivo por el quirófano, el examen minucioso de sus achaques y su limpieza- a algunos de los nuevos museos que se construyen a orillas del mar Rojo, en las ciudades turísticas de Sharm el Sheij y Hurgada.

Fuente: elmundo.es | 28 de noviembre de 2018