La policía turca encuentra un sarcófago del siglo II en Bursa


La policía de Bursa (Turquía) buscaba vehículos robados en un olivar del distrito de Hisardere, a 5 Km. de la ciudad de Iznik cuando, de forma fortuita, descubrieron una excavación abandonada. Los gendarmes pusieron en conocimiento el sorprendente hallazgo a los arqueólogos del Museo de la ciudad.


Inspeccionado el lugar, se ha encontrado un sarcófago de mármol del siglo II d.C. Pesa unas seis toneladas y presenta en su cubierta, con una configuración a dos aguas, cinco cabezas de león por cada lado.




Hace diez meses ya se encontró otro sarcófago de una reina cerca de la zona. También se cree que es de época de la Antigüedad tardía como el de este hallazgo y pesaba aproximadamente siete toneladas. Cuando se encontró, los arqueólogos descubrieron que los cazadores de tesoros ya lo habían expoliado con anterioridad.



Fuente: Daily Sabah, 10 de septiembre de 2016

Arqueólogos desentierran un gran panel prehistórico del arte rupestre neolítico en Escocia

Piedra Cochno, un panel de 9m x 19m en una fotografía del arqueólogo Ludovic Maclellan, realizada en 1937.

Un equipo de arqueólogos junto a expertos digitalizadores están desenterrando la Piedra Cochno, un panel datado con 5.000 años de historia que se encuentra en Escocia, y que contiene una de las más importantes representaciones de arte rupestre neolítico con marcas de cazoletas y anillos, informó la Universidad de Glasgow el pasado 8 de septiembre.

Después de escanearla en 3D y hacer una réplica, la piedra se volverá a depositar bajo tierra de manera segura, informó la Fundación Factum Arte, quien está trabajando junto a arqueólogos de la Universidad de Glasgow. Numerosas teorías existen sobre el por qué de los singulares diseños: desde astronómicas, pasando por fisiológicas y hasta sobre la reencarnación. Los estudiosos del tema podrán finalmente hacer un nuevo análisis más profundo de las misteriosas marcas.

Patas de 4 dedos en la Piedra Cochno, un panel de 9m x 19m en Escocia. Fotografía del arqueólogo Ludovic Maclellan, realizada en 1937.

“Este es uno de los paneles de técnica neolítica más grande y, yo diría, más importante de Europa. Las marcas de cazoletas y anillos son muy amplias”, declaró el especialista en arqueología urbana, Kenny Brophy, quien encabeza la excavación en el lugar cercano a la Granja Cochno.

La piedra de 9 por 19 metros se encuentra en el medio de un plan de viviendas en Clydebank, y en su entorno se piensa instalar la réplica del gran patrimonio cultural. Fue dada a conocer en 1887 por el reverendo James Harvey, cuando se encontraba al descubierto.

Los dibujos de cazoletas y anillos que la caracterizan son una antigua expresión de arte rupestre que se ha encontrado en muchas partes del mundo.

Foto: Plano de la Piedra Cochno (Fundación Factum Arte)


El investigador Alexander McCallum relató años atrás que “algunas personas piensan que la Piedra Cochno es un mapa que muestra otros asentamientos en el Valle de Clyde. Aunque esa es una de las teorías, creo que probablemente fue utilizada para muchas cosas. Nunca fue empleada para una sola cosa y durante cientos de años cambió su uso”, según comunicó la Fundación Bradshaw, al revelar los planes de financiación para hacer visible esta valiosa pieza prehistórica.

Otras teorías hablan de que “es un portal de la vida y la muerte, el renacimiento, un útero y una tumba”, ya que la gente creía en la reencarnación, un modo de entrar en la tierra y volver a salir.
La Universidad de Glasgow relata que debido al daño que estaba sufriendo por el vandalismo, el arqueólogo Ludovic Maclellan, quien proporcionó las históricas fotografías de la piedra, capturadas durante su visita en 1937, decidió cubrirla entre 1964 y 1965 para preservarla, sin embargo, él mismo también retocó las imágenes originales.

El arqueólogo Ludovic Maclellan durante su visita a la Piedra Cochno en 1937.

“Maclellan retocó con varios colores las marcas grabadas de cazoletas y anillos para ilustrar sus teorías arqueológicas-astronómicas. ¡Es evidente que hoy día no sería una práctica admisible!. Con la Piedra Cochno, vamos a utilizar métodos de grabación en 3D para llamar la atención del mundo sobre una herencia misteriosa y hermosa muy importante para Escocia”, explicó el líder del equipo de Factum Arte, Fernando Saumarez Smith.

Utilizando técnicas de fotografía aérea y barrido de láser esperan revelar al mundo cómo era en realidad la superficie prehistórica de la piedra, y capa tras capas los grafitis que se agregaron posteriormente, hasta 1964.

Foto: En 2015, los arqueólogos hicieron una excavación preliminar (de 4 x 1 metros), que confirmó que la piedra, de arenisca, se encontraba en buen estado.

“Sin embargo, en la zona que se dejó al descubierto, de 4 x 1 metros, quedaron a la vista los burdos grafitis modernos que obligaron al enterramiento de la piedra; es evidente que se encontrarán muchos más. Que un monumento de tal importancia haya sido tratado de manera tan poco respetuosa es deplorable. No obstante, cabe resaltar que el proyecto dará nueva vida a la historia de este monumento de Cochno”, resaltaron los digitalizadores.

Foto: Grafitis realizados en la Piedra Cochno

Fuentes: lagranepoca.com | BBC.com | 8 de septiembre de 2016

Historias de nuestros naufragios. ‘Un puente de mar azul’ rescata tesoros de la arqueología subacuática en el Museo de Almería


Un pecio es la fotografía de un instante detenido para siempre en el fondo del mar. Y no de un instante cualquiera. El instante de un naufragio. Los restos de un barco se acaban descomponiendo pero, una vez perdida la parte orgánica, la arena protege la carga y la guarda tal y como se situó en el momento exacto en el que las maderas cedieron y el agua con su lengua salada lo engulló todo. De ahí que se conserven tantas ánforas. Ánforas que como envases de Coca-Cola de su tiempo sirvieron para transportar vinos, aceites y salazones con los que se comerciaba a lo largo de un mar, el Mediterráneo, en el que Almería ha ocupado una posición estratégica a lo largo de la historia.

“El tráfico marítimo en el Mediterráneo occidental estaba obligado a doblar el Cabo de Gata”, asegura el conservador del Museo de Almería y comisario de la muestra ‘Un puente de mar azul’, Manuel Ramos. Y justifica así la riqueza de nuestros fondos. Los 217 kilómetros del litoral de la provincia y la proximidad de la costa africana también han sido claves en esa circunstancia. “Esto ha sido así desde que se empezó a navegar, sabemos de cerámica de Los Millares hallada en las islas Chafarinas”, añade.

A través de una selección de 250 piezas de los fondos del Arqueológico, la exposición sigue la huella de esa actividad comercial. Una huella en forma de tesoros de la arqueología subacuática que son un auténtico tratado de historia de la navegación que ha llegado a nuestras manos como un mensaje en una botella porque, como apunta Ramos, “estas piezas no han sido encontradas como fruto de una prospección sistemática, más bien forman parte de hallazgos puntuales”.



1. Ánfora globular
Las ánforas tienen gran presencia en la muestra por su buena conservación y ésta esconde una historia interesante. “Servía para transportar aceite de la zona de la Bética que luego se distribuía por el imperio pasando por el Cabo de Gata. Cuando llegaban a Roma, los envases no eran retornables y, como tenían que darles algún uso, hicieron un montículo de más de 40 metros almacenándolos”, señala el comisario.

2. Cerámica corintia
La cerámica constituía una carga secundaria en comparación con los productos agropecuarios y pesqueros. Aun así, cuenta con su representación en ‘Un puente de mar azul’, donde se expone una muestra de lo que traían los fenicios que era material egipcio, así como cerámica griega, romana, medieval, moderna y hasta contemporánea.
La pieza seleccionada forma parte de la colección de Juan Cuadrado y es de origen corintio. “Es bastante interesante porque habla de la historia de Grecia, de las ciudades que tenían una pujanza mercantil y esas producciones son las que llegaban aquí”.

3. Sello de tampón de cuero
En la muestra hay una vitrina dedicada a las piezas recuperadas por la Guardia Civil en el pecio del navío Arna, de principios del siglo XX. “Tenemos el sello del barco que era de un armador checo que matriculó la nave en Dubrovnik”.

4. Lingote de plomo
Los lingotes de plomo también formaban parte de la carga. Éste se remonta a los siglos I-II d. C. y se encontró en Cabo de Gata, donde hay una plataforma de piedra a pocos metros de profundidad en la que muchos barcos encallaban.

5. Cepo de ancla
‘Un puente de mar azul’ cuenta con una parte dedicada a los efectos navales que quedaban en las naves naufragadas, entre ellos las anclas que resistían el paso del tiempo. Un ejemplo es este cepo de plomo romano.

6. Ánfora con inscripciones
Esta ánfora fue encontrada en el pecio Gandolfo. Un barco modesto cuya grandeza reside en que casi todas sus ánforas conservan la información comercial pintada a pincel en latín. “Sabemos quiénes eran los comerciantes implicados, qué mercancías llevaban (atunes y caballas) y de dónde venían: de la ciudad romana de Lixus, en Marruecos, y de la fábrica de salazón de Almuñecar”, añade.

Fuente: lavozdealmeria.es 1 9 de septiembre de 2016

Unas monjas de Huesca ocultaron piezas de arte de gran valor catalogadas

Relicario de San Juan Bautista de plata, siglo XIX, procedente del monasterio de Sijena.

La sanción por no informar del destino de los bienes catalogados puede sumar 138.000 euros. Una cuna apareció en una subasta

El caso Sijena, que enfrenta a Cataluña y Aragón en un litigio por unas pinturas murales románicas y 97 bienes del monasterio oscense de Santa María de Sijena que se conservan en la comunidad vecina, tiene un nuevo capítulo. Se trata ahora de otro lote de 23 piezas catalogadas por la Generalitat cuyo paradero se desconoce desde 1993 porque las monjas que las custodiaban no dan información sobre ello. Las religiosas pueden enfrentarse a una multa de 138.000 euros por esa razón.

Con este nuevo lote son, al menos, 120 las piezas que las monjas sacaron en 1970 del monasterio de Huesca y llevaron con ellas hasta Cataluña. Al cabo de unos años, en 1983 y 1992, vendieron 97 de las obras y adornos de aquel monasterio a la Generalitat, que acabaron depositadas en el Museo de Lleida y en 1994 al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Todas, por casi 300.000 euros.
Una reciente sentencia del Juzgado de Instrucción número 1 de Huesca obligó a devolver a Aragón esas piezas y Cataluña ya ha entregado 53. Pero otras 44, consideradas las más destacadas, siguen expuestas en Lleida, pese a que la juez puede enviar a la policía a recogerlas y trasladarlas a Aragón a partir de este jueves, día en que se retoma la actividad judicial tras el mes de agosto.

A principios de los setenta, cuando las monjas llegaron a Cataluña, dejaron las piezas “para su custodia” en los museos de arte municipales de Barcelona con un acuerdo, firmado por la priora del monasterio, Angelita Opi, y el director de los museos, Joan Ainaud Lasarte, que permitía recuperarlas en cualquier momento. Esas 23 piezas, ahora en paradero desconocido, las reclamaron las monjas al museo en 1993 alegando razones sentimentales. La Generalitat cumplió y se las entregó, pero antes las catalogó como bienes culturales, una protección que obliga a informar del destino y situación en el que se encuentran las piezas, algo que ahora se desconoce, como aseguran en la Generalitat, a pesar de que el convento donde estaban se clausuró en 2007 y la Administración no ha intervenido desde entonces.

Una falta así puede suponer, según la Ley de Patrimonio, una sanción de hasta de 6.000 euros por cada pieza; sumadas todas, la cifra ascendería a 138.000 euros que deberían abonar las monjas si la Generalitat pone en marcha el proceso sancionador. Pero solo dicen: “Estamos estudiando el tema y la situación de las piezas y lo que ha pasado. Luego se tomará una decisión”.

No es este el único caso en el que objetos que pertenecen a patrimonio nacional o que están catalogados están en manos privadas. Entre los objetos recuperados por las monjas, según la relación a la que ha tenido EL PAÍS, había seis relicarios, uno de ellos con restos que pertenecen, según los católicos, a la cruz de Jesucristo, y otro de San Juan Bautista; dos portapaces de plata, uno con el Buen Pastor y dos ángeles y otro con un crucifijo, dos cajitas eucarísticas, tres platos de cerámica, dos cucharas, un jarro, una tapa de libro, un niño Jesús de marfil, su cuna y varios elementos de un pesebre de plata.

En la base de datos de la Generalitat consta que la entrega se hizo en marzo de 1993 a las monjas que residían en la calle Santjoanistes de Sant Cugat (Barcelona). Y desde entonces no se ha sabido nada más de ellas hasta que a comienzos de este año apareció en una subasta la ya famosa cuna de Sijena, que se vendía con un precio de salida de 10.000 a 12.000 euros. Para calibrar su importancia se aseguraba que la cuna estaba catalogada. Eso puso en alerta al Departamento de Cultura que mandó a los Mossos para que la retiraran de la venta, al no haberse notificado, tal y como establece la Ley de Patrimonio, que iba a cambiar de destino. Desde julio, la cuna está en posesión del Gobierno de Aragón (depositada en el Museo de Zaragoza) tras enviar en enero pasado un juez de Huesca a la policía judicial al domicilio barcelonés de sus dueños y llevársela, sin notificarlo a la Generalitat, algo que motivó la queja formal del consejero de Cultura, Santi Vila, al Ministerio del Interior, que aún no ha dado respuesta.

Más irregularidades

La cuna es la muestra de las irregularidades en que han incurrido las monjas de Sijena. Según las leyes de patrimonio, el poseedor de un bien catalogado debe de notificar a la Administración los actos jurídicos, los traslados y el cambio de propiedad que afecten a estos bienes. Las sanjuanistas no informaron de la salida de las piezas en 1970 desde el monasterio, ni de su venta en 1983, 1992 y 1994. Por eso, estas monjas eran parte demandada por el Gobierno aragonés y el Ayuntamiento de Sijena en el juicio que ha acabado obligando a Cataluña a devolver las 97 piezas. Aunque, finalmente, la jueza las exculpa.

Las monjas tampoco informaron a la Generalitat de que la cuna, y posiblemente todos los bienes entregados en 1993, había pasado a manos de Pilar Alcalde Bretón (madre de la persona que intentó subastarla), como agradecimiento, dijeron, por haberlas ayudado económicamente, o sea, a cambio de dinero. Sí consta en la base de datos de la Consejería de Cultura que Alcalde Bretón comunicó en 2001 (tal y como exige la ley) que la cuna, el niño Jesús y dos candelabros viajarían a Madrid para participar en una exposición de belenes españoles que organizaba la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

“Nada que decir al respecto”

Una de las incógnitas que planean sobre este asunto es si algunas de estas 23 piezas viajaron al convento que la orden tiene en Salinas de Añana, Álava, donde reside Virginia Calatayud, la superiora o presidenta federal de la orden, ya que María Antonia Doz Eri y Josefa Avellanas Ducons, las dos últimas monjas de Sijena que vivían en Valldoreix fallecieron en 1998 y 2000, respectivamente.

La superiora Calatayud declaró en el juicio de las pinturas murales que el convento que dirige en Añana es el heredero del de Sijena y que quieren levantar el depósito que hicieron en el MNAC de las pinturas. Por eso han cedido al Gobierno de Aragón las acciones legales para su recuperación. Calatayud ayer, tras la llamada de este diario, se limitó a responder: “No tengo que decir nada al respecto”. Y colgó.

Fuente: El País

Están locos estos romanos: una historiadora derriba los mitos del Imperio

Imagen del interior del Coliseo de Roma

Mary Beard, catedrática de Cambridge, afirma que el Imperio romano fue más "improvisación que planificación" y achaca la emergencia de su poder a la suerte y a una serie de inteligentes decisiones puntuales.

MADRID.- De los romanos creemos saber mucho. ¿Quién no tiene en la cabeza una panorámica que abarca desde la fundación de Roma por una versión latina de Caín y Abel hasta su decadencia entre despilfarros extravagantes y crímenes abominables, sin olvidar el magnicidio de Julio César?

¿Quién ignora ese relato de las hazañas de grandes hombres en toga, sumamente prácticos y poco amigos de las abstracciones? Esas versiones beben de fuentes variopintas: superproducciones de Hollywood sobre gladiadores y emperadores depravados, novelones acerca de cristianos perseguidos (Quo Vadis), cómics (Asterix), tragedias shakesperianas y mucha propaganda: los escritos de autobombo de los romanos y la mala prensa difundida por los padres de la Iglesia. En suma, un mosaico de piezas irregulares que configura una crónica con más de ficticio que de realidad histórica.

De ahí la conveniencia de expurgarse de pseudoconocimientos mediante una infusión a base de hallazgos arqueológicos recientes. Para ese cometido nada mejor que la lectura de SPQR, una historia de la antigua Roma.

El acrónimo SPQR significa “El Senado y el Pueblo de Roma”, el archiconocido emblema de la ciudad motivo de bromas como “Sono Pazzi Questi Romani” (“Están locos estos romanos”), acuñada en Italia en escarnio de los habitantes de su capital.

'El Senado y el Pueblo de Roma' de Mary Beard

Relatar el recorrido de Roma desde su fundación el mítico año 753 a. C. hasta la deposición del último emperador en 476 d. C. no es tarea sencilla; Mary Beard, catedrática de Cambridge, se la facilita un poco cerrando su libro el año 212, cuando Caracalla concedió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio, una medida que, a su juicio, trastocó de modo irreconocible la fisonomía del dominio de los césares.

Aun así, inevitablemente se deja cosas fuera; pero lo notable es lo mucho que cubre su conciso resumen de cientos de libros y artículos académicos.

De entrada, nos advierte que la Roma arcaica se pierde en las brumas de la leyenda. Durante largo tiempo, solo fue un aglomerado de cabañas y casas acaudillado por señores de la guerra y sus parentelas. Hay que esperar al siglo IV a. C. para contar con referencias fiables en pergaminos, papiros o piedra, aparte del tesoro informativo encerrado en los epitafios de las lápidas.

Mezcla de azar y buenas decisiones

Con esos datos Beard afronta la cuestión clave: ¿por qué Roma, una insignificante aldea en medio de un territorio cenagoso, llegó a crear un imperio tan imponente? Los romanos lo atribuían a un destino decidido por los dioses. La historiadora británica, en cambio, parte de que esos latinos encaramados en sus colinas no eran tipos más belicosos que los demás europeos y ofrece una explicación más compleja, que toma en cuenta la pura suerte y una serie de inteligentes decisiones puntuales; por ejemplo, la incorporación al servicio militar de los pueblos conquistados, garantía de un flujo de tropas sin parangón. O sea: en su expansión hubo más improvisación que planificación.

De estas páginas aprendemos que Roma fue pionera en establecer el voto secreto para evitar coacciones, junto con el deber legal del Estado de alimentar a sus súbditos en apuros (una iniciativa revolucionaria en tiempos de sátrapas consagrados a exprimir a sus sometidos hasta la última gota).

Pero sobre todo se distinguió por una noción de ciudadanía extensible a extranjeros y exesclavos, a la que San Pablo le debió ser decapitado en vez de la crucifixión reservada a los foráneos. En esta norma, que rompía el estrecho derecho civil de la Antigüedad, Beard ve el instrumento que permitió a la metrópoli integrar a individuos de cualquier origen geográfico o social.
Los romanos fueron pioneros en el voto secreto, o en extender la noción de ciudadanía, pero también fueron brutales y genocidas
En contraste, nos refresca que su democracia se fundaba en un sistema censitario en virtud del cual los sufragios de los ricos contaban más que los de los pobres. Y que la otra cara de esos magníficos monumentos, el derecho romano y la retórica jurídica, era la ausencia de policía y un aparato judicial limitado a los poderosos, que abandonaba el resto de la sociedad a la ley de la selva.

“Los romanos hacen un desierto y le llaman paz”

En sus conquistas los romanos se mostraron brutales y a menudo genocidas. La columna de Marco Aurelio, el precursor de la autoayuda al que tenemos por un estoico estadista, celebra la ejecución masiva de sus cautivos germanos.

Los pecios rescatados del Mediterráneo nos cuentan que el Mare Nostrum fue el escenario de un intenso tráfico de seres humanos reducidos a la esclavitud por las huestes del imperio. Pero enseguida advertimos que los primeros críticos del imperialismo fueron sus propios ciudadanos, como Tácito, a quien debemos la frase “los romanos hacen un desierto y le llaman paz”, tan célebre que todavía se hacían eco de ella, muchos siglos más tarde, los muros de mi facultad en Argentina, en alusión a la paz pregonada por la dictadura militar.

Beard, locuaz cicerone, nos guía por las ruinas de la Ciudad Eterna. De la columna de Trajano, el Coliseo o el Panteón nos lleva a sitios menos conocidos: la tumba de los Escipiones, el sepulcro del panadero Eurisaces, la Cloaca Máxima o el monte Testaccio, el vertedero de las vajillas rotas, las sobras de comida y los bebés indeseados.

El libro es un recorrido por la Roma antigua sazonado con tacos, anécdotas crudas y cotilleos de alcoba

Un recorrido sazonado con tacos y obscenidades usadas por la plebe y los poetas de postín, cotilleos de alcoba provistos por los más ilustres cronistas y anécdotas crudas como la del cómico muerto a golpes en el escenario por el público enardecido por sus chistes políticos, sin que el crimen interrumpiera el espectáculo.

Y con toques de ironía como el comentario de que los higos eran el principal peligro en la corte, en relación a los asesinatos de emperadores con presuntos higos envenenados, sin ocultar que el problema real era la falta de mecanismos de sucesión. Al término del tour hemos presenciado un abigarrado tapiz de la vida cotidiana, desde las alturas senatoriales al proletariado expuesto al paludismo endémico.

Quedan en el tintero aspectos cruciales como la transición económica de la sociedad gentilicia a la urbe comercial y esclavista, la estructura administrativa de las provincias, o las razones de fondo por las cuales el pueblo y los senadores prefirieron soportar a los caprichosos emperadores en vez de restaurar la añorada república.

Es igualmente discutible el énfasis puesto en la agonía de la república y los inicios del imperio, en detrimento de los demás periodos.

Imagen de los foros romanos, en Roma

Una mujer en el club de caballeros de la historia académica

Sacando estas comprensibles lagunas, la tarea realizada por la autora es formidable por su capacidad de síntesis y la calidad de su escritura amena, a ratos coloquial y siempre rigurosa. Se agradecen los mapas y las ilustraciones, y la bibliografía inteligentemente comentada. En definitiva: una lectura apasionante, un genuino modelo de divulgación histórica.

De Mary Beard cabe decir que ha sido una de las primeras mujeres en forzar la entrada del club de caballeros que era la historia clásica académica. Con su aire de hippie entrada en años, la clasicista es un icono mediático en su país debido a su labor divulgadora de la historia antigua. Le honra haber defendido públicamente a los inmigrantes de la xenofobia de sus compatriotas. Este año fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Humanidades y Ciencias Sociales.

AGENCIA SINC