Los arqueólogos de Pompeya, acusados de «vandalismo» por los vulcanólogos

Fresco del mito griego de Leda y el cisne encontrado bajo la lava de Pompeya - ABC

Las excavaciones de Pompeya siguen maravillando al mundo porque cada día hay nuevos descubrimientos. Pero lo que nadie podía imaginarse es que en ese escenario en el que trabajan arqueólogos, geólogos, físicos, químicos, vulcanólogos, biólogos, arquitectos y técnicos dotados con todo tipo de tecnología, se desatara una batalla entre vulcanólogos y arqueólogos. Estos últimos son acusados de «vandalismo» porque «están destruyendo la historia de las erupciones del Vesubio».

En una carta publicada en la prestigiosa revista Nature, Roberto Scandone (izquierda), profesor de Vulcanología en la Universidad de Roma, y sus colegas hacen un furibundo ataque: «Excavando en Pompeya, los arqueólogos están destruyendo los depósitos geológicos, lo que significa que cualquier información sobre la erupción almacenada en el interior de ese terreno, acaba perdiéndose».
Scandone y sus colegas afirman que «es alarmante que los depósitos volcánicos sean prácticamente sacrificados durante las excavaciones arqueológicas. Hemos sugerido que en las excavaciones se podrían dejar intactas algunas secciones representativas de los depósitos de las erupciones, pero esto ha sido ignorado».

Las primeras excavaciones de Pompeya se iniciaron en 1748 bajo el reinado de Carlos III de Borbón. Desde entonces, la antigua ciudad romana, sepultada bajo cenizas y lapilli, se ha reconstruido con detalles inimaginables, proporcionando una visión extremadamente real sobre la vida de las personas que vivían allí cuando se produjo la erupción del volcán, en el 79 d. C.

Erupción del Vesubio en 1944

Denuncia contra el método de las excavaciones

La denuncia no se limita a la carta publicada en Nature. Un grupo de 70 vulcanólogos italianos y extranjeros se han unido también a la firme protesta del presidente del Instituto nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), profesor Carlo Doglioni (derecha) contra el método de excavaciones de Pompeya.

Doglioni escribió recientemente al ministro de Bienes Culturales, Alberto Bonisoli, lamentando los daños que se están haciendo a la vulcanología: «La comunidad científica vulcanológica italiana y extranjera, con rarísimas y esporádicas excepciones, no tiene manera de ver los productos de la erupción en el aérea de las excavaciones y de estudiar el diferente impacto que estos han tenido sobre los edificios y en los diversos puntos de la ciudad».
No es solo un tema científico, advierte el profesor Doglioni: «Los calcos (la recuperación de personas, animales y vegetales mediante yeso, cemento y agua) de Pompeya se han retirado de su posición original haciendo imposible reconstruir dónde y cuándo intentaron escapar los habitantes. El estudio de esta erupción no tiene solo un aspecto teórico, sino que contiene un inmenso patrimonio de información para la vulcanología a nivel mundial; puede ser una lección de protección civil, sobre cómo salvarse, de qué se debe hacer o no hacer en caso de erupción».
Concluye el presidente del INGV pidiendo que «cualquier fragmento de productos volcánicos sea conservado en su posición original y que sea permitido el acceso de los vulcanólogos, para profundizar en el estudio de las erupciones con los nuevos conocimientos en la materia: no hay un lugar en el mundo donde sea tan evidente la violencia tras el imprevisto despertar de un volcán adormecido. Puede ser un progreso para la ciencia, para la previsión de la actividad del Vesubio».

Panorámica de Pompeya (Italia) con el Vesubio al fondo - ABC.

Investigar la futura actividad del Vesubio

A propósito de una futura actividad del Vesubio, Christopher Kilburn, vulcanólogo de la United Kingdom’s University College de Londres, coautor de la carta a Nature, precisa que no hay preocupación porque se vaya a producir una erupción en tiempo breve, pero las autoridades deberían estar preparadas. «Esto significa que tenemos necesidad de contar con todas las informaciones posibles de los depósitos de la erupción del 79 d.C.». Más de tres millones de personas viven en el área del Vesubio, de ellas 600.000 en la que está considerada como «zona roja».

Ante las duras acusaciones lanzadas por los vulcanólogos, el director general del Parque Arqueólogico, el profesor Massimo Osanna (izquierda), prestigioso arqueólogo, ha salido al paso destacando que ha sido «larga y provechosa la colaboración» entre arqueólogos y vulcanólogos. «Todas las actividades de excavación han sido supervisadas por vulcanólogos de la Universidad de Nápoles Federico II, que han registrado la estratigrafía, tomado muestras y construido la cartografía», afirma el professor Osanna.

Profesor Luzón: fundamental la investigación multidisciplinar

Confirma también la opinión de Osanna el profesor Jose María Luzón (derecha), exdirector del Museo Arqueológico Nacional y Museo del Prado, con una amplia trayectoria de investigación sobre las excavaciones de Pompeya. Lo encontramos en Roma y al preguntarle si forma parte de los «vándalos», según acusación de los vulcanólogos, se ríe abiertamente: «Yo he trabajado con vulcanólogos. Las erupciones del Vesubio están muy estudiadas. Y se pueden hacer no solo en Pompeya, sino en varios kilómetros cuadrados en el área vesubiana».

Precisa el profesor Luzón que es muy larga la historia de las erupciones del Vesubio, cuya actividad habría comenzado hace más de 400.000 años. Noticias más seguras se comienzan a tener sobre una erupción de hace unos 39.000 años, con unas dimensiones colosales, que sepultó a gran parte de la región de Campania. «Debajo de Pompeya hay otra Pompeya de la Edad del Bronce y vete a saber si hay cosas del Paleolítico», precisa el profesor Luzón, quien considera fundamental la investigación multidisciplinar en las excavaciones: «Yo estuve trabajando en una casa de Pompeya y tuve al lado un geólogo de Turín; he tenido en el equipo químicos, paleontólogos… Es interesante también contar con un vulcanólogo, porque a veces ven cosas que tú no ves».

Seguramente hoy, con las nuevas tecnologías, la arqueología es más multidisciplinar que nunca: «Con los métodos actuales se puede ver lo que no pudieron hacer nuestros antepasados. Por ejemplo, nuestros abuelos excavaban una sepultura de la Edad del Bronce y sacaban huesos, un trozo de metal, unas cosas de piedra, etc. Pero hoy, en una excavación similar, hecha con tecnología de última generación se han sacado hasta los tejidos», resalta el profesor Luzón.

Fuentes: abc.es | smithsonianmag.com | 29 de julio de 2019

Pueblos iberomauritanos fueron los primeros consumidores de caracoles

Arqueólogos marroquíes descubren dos ánforas empleadas para envasar aceite y pescado cerca de Tánger, Marruecos. Foto: EFE

Los pueblos iberomauritanos fueron los primeros consumidores de caracoles que comenzaron a consumir caracoles en su dieta, según demuestran restos arqueológicos que sitúan esta costumbre tan lejos como 16.000 años atrás.

La información fue revelada el pasado viernes durante la "jornada de puertas abiertas" que organiza el Instituto Nacional de Ciencias de Arqueología y de Patrimonio (Insap, por sus siglas en francés), situado en la capital Rabat.

El arqueólogo de la Prehistoria y profesor en el instituto, Youssef Bokbot, explicó que los hallazgos fósiles encontrados demostraron que los pueblos iberomauritanos fueron los primeros consumidores de caracoles o ghulala, palabra de etimología bereber con la que se conoce a este animal en Marruecos.

Imagen de la cueva de Ifri N'Aamar en su entorno.

Bokbot apoyó su tesis en un corte estratigráfico traído de la cueva de Ifri Namar, cerca de la región norteña de Nador, en el que se veían restos de conchas de caracoles, al mismo tiempo que daba detalles sobre la forma de establecer la datación de estos fósiles.

El corte estratigráfico formaba parte de varios "mobiliarios" arqueológicos procedentes de distintas prospecciones y de diferentes épocas ordenados en los almacenes del Insap, que abrió este viernes 26 de julio por primera vez sus puertas a los medios de comunicación.

Los profesionales de este instituto - creado en 1985 y dirigido ahora por el profesor Jamal Bennacer conocido por supervisar el equipo que encontró el más antiguo Homo sapiens de Jebel Irhoud- destacaron la importancia del instituto para entender el comportamiento de la humanidad, al mismo tiempo que se quejaron de la falta de medios para realizar sus investigaciones en condiciones óptimas.


En Marruecos, existen dos laboratorios de análisis de restos arqueológicos a los que recurre el instituto, uno de ellos de la Gendarmería Real y el otro en el Centro de Estudios Nucleares de la Maamora, aunque la mayoría de las muestras se mandan a laboratorios especializados en Estados Unidos o en Europa.

"Entre las misiones de este instituto está responder a la pregunta de la identidad en Marruecos, cuán antiguos somos, así como los grupos humanos que pasaron por aquí y sus modos de vida", dijo el profesor y arqueólogo Abdeljalil Bouzouggar.

Fuente: elcomercio.com | 26 de julio de 2019

El gran edificio de los íberos en Garcinarro (Cuenca)

Los arqueólogos han hallado huellas de, al menos, cuatro culturas en un risco de un pueblo conquense que incluyen la mayor edificación íbera conocida, un poblado de la Edad del Hierro y ermitas del periodo visigodo. Foto: Víctor Sainz.

En plena Edad del Bronce (entre el 2100 y el 1500 antes de nuestra era), unos pobladores se asentaron en un otero escarpado a las afueras del actual municipio de Garcinarro (Cuenca). Unos 400 años antes de Cristo fueron sustituidos por una población íbera que, a su vez, fue sojuzgada por los romanos. Pero como nada es inmutable, a estos los remplazaron los visigodos. Y cada una de las culturas que llegaron al montículo no destruyeron lo que las anteriores habían levantado, sino que lo taparon.

Así, lo que hoy es el yacimiento arqueológico de La Cava, de casi ocho hectáreas, se convirtió, como dicen los expertos, “en una serie de cápsulas del tiempo”. Cuando las han abierto, los arqueólogos han desenterrado el más espectacular edificio íbero que se conoce: una edificación completa de tres estancias y de más de tres metros de altura. “Hasta donde sabemos, y seguimos investigando, no conocemos nada igual. Pensemos que habitualmente lo que solemos descubrir en este tipo de yacimientos son restos de muros realizados con piedras o adobes, que en raras ocasiones superan el metro de altura”, explica el director de las excavaciones, Miguel Ángel Valero, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Castilla-La Mancha. Mar Juzgado, arqueóloga del equipo de Valero, añade: “Desconocemos lo que vamos encontrar en esta campaña, porque no hay nada igual con qué compararlo”.


El profesor Miguel Ángel Valero junto a la hornacina hallada al fondo de una de las tres estancias del edificio íbero. En vídeo: los restos del edificio ibero. Foto: Víctor Sainz.


La arqueóloga Mar Jurado supervisa una hornacinas que rodean el interior de una de las tres estancias del "edificio singular". Foto: Víctor Sainz.

A principios de esta década, el entonces alcalde de Garcinarro, Antonio Fernández Odene, insistía una y otra vez ante las Administraciones en que a las afueras de su pueblo “había algo”. Nunca obtuvo una respuesta hasta que Valero se fijó en aquel extraño punto que aparecía en la carta arqueológica (documento secreto donde se señalan los posibles yacimientos de una zona) y le prestó atención. Comenzaron las excavaciones en 2014 y la sorpresa fue mayúscula: un batiburrillo de culturas que habían ocupado un cerro estratégico de las comunicaciones norte-sur del centro peninsular, sobre un cortado de más de 60 metros de altura.

El complejo incluye, además del “edificio singular” de unos 70 metros cuadrados, los restos de un poblado de la Edad del Bronce, una muralla de esta etapa cuya altura aún se desconoce y que está en proceso de excavación, un área de cazoletas (cientos de pequeños agujeros sobre una superficie rocosa) que pueden tener una finalidad de culto o artística, pero sin descartar otras, un cañón de 70 metros de longitud y unos siete de profundidad excavado en la roca por los pueblos prerromanos, así como decenas de grutas donde los eremitas habitaron en época visigoda. Los arqueólogos ignoran la función del “edificio singular”.


Centenares de cazoletas cubren un área pétrea del yacimiento de La Cava. Fueron horadadas con fines mágicos o decorativos. Foto: Víctor Sainz.

Barajan diversas teorías, como que se trate de un templo o una zona de almacenaje y transformación de productos, pero no descartan ninguna otra. El edificio estaba dividido en tres estancias (una de ellas, además, subdividida en dos habitaciones). A la central se accedía a través de una puerta pétrea con dintel y su muro sur estaba presidido por una gran hornacina de más de un metro de altura. El dintel posiblemente estaba agujereado en su centro, y a través de esta hendidura los rayos inundaban la sala e incidían sobre la hornacina, donde los íberos pudieron colocar alguna divinidad.


El director de la excavaciones, Miguel Ángel Valero, en el interior de una de las ermitas visigodas que rodean el yacimiento de La Cava. Foto: Víctor Sainz.

Lo curioso es que el sol solo tocaría al dios perpendicularmente a finales del mes de agosto, una fecha lejana de los solsticios de verano e invierno, algo que no ocurre en el resto de relojes solares del mundo. “Es un misterio, porque el final de agosto no coincide con ninguna etapa agrícola. ¿Para qué querrían marcar esa fecha?”, se pregunta Valero.

Posiblemente, un movimiento sísmico provocó la caída del dintel, que cayó por el enorme cortado que bordea el río de la Vega y que protege el edificio por el norte. Los arqueólogos creen que lo encontrarán. El interior de las salas está rodeado de hornacinas y piletas y en los suelos se distinguen varios hogares y hasta las huellas de una mesa. En los niveles estratigráficos de las diversas culturas que pasaron por La Cava se ha hallado cerámicas, fíbulas y herramientas (martillos y picos) ibéricos; fragmentos de terra sigilata (vajilla romana) y escoria metálica de época visigoda.


La arqueóloga Mar Juzgado señalando la denominada habitación C del edificio tenía un muro divisorio sobre el que se anclaba la cubierta de la construcción. Foto: Víctor Sainz.

El conjunto se ha conservado hasta nuestros días porque los pastores lo reutilizaron. Convirtieron los edificios íberos en corrales. El misterioso cañón de 70 metros, retechado y cerrado con un portalón, resultaba un lugar adecuado para guardar decenas de animales. Estos, con sus deposiciones, iban, a la vez, sellando los restos que íberos, romanos y visigodos habían dejado sobre el terreno durante más de 25 siglos. Hasta que llegaron los arqueólogos y se hicieron preguntas.

Valero se acerca al final del cañón de 70 metros de longitud que los íberos excavaron en la roca del montículo. Víctor Sainz. Foto: Víctor Sainz.

VIKINGOS, ALTARES DE SACRIFICIOS, MÚSICA CELTA Y EL DIOS THOR

Garcinarro es un pueblo de 121 habitantes de la Alcarria. El anterior alcalde, Antonio Fernández, intentó de todas las maneras posibles reactivar el turismo rural. No dudó en organizar visitas al yacimiento, aunque le echó mucha imaginación. Los visitantes eran recibidos por vikingos, celtas, caballeros, música medieval y todo aquello que pueda provocar una sonrisa en el público. “Ya le he dicho que todo eso no tiene nada que ver y que no vamos a participar”, explica Valero, “pero él hace lo que puede por la economía del pueblo. Le entiendo”. Un programa televisivo de misterios ha asegurado, incluso, que una roca, que asemeja una serpiente, es el dios Thor, y hasta una pequeña cantera fue convertida “en altar de sacrificios”. Le vierten tinta roja para aparentar sangre. “No hacen daño a nadie, incluso cuidan el yacimiento, pero de ahí a que sea verdad lo que dicen...”, concluye el profesor universitario mientras se encoge de hombros.

Fuentes: elpais.com | Fotos: Víctor Sainz | 28 de julio de 2019

‘Rosemarkie man’, el jefe picto que murió brutalmente asesinado hace 1.400 años

Este jefe picto murió brutalmente asesinado hace 1.400 años (Rosemarkie Caves Project)

El Rosemarkie man se hizo famoso en 2017. Fue entonces cuando los investigadores del Centro de Anatomía e Identificación Humana de la Universidad de Dundee reconstruyeron la cara de este miembro del pueblo picto que había sido brutalmente asesinado hace 1.400 años. Pero los estudios continuaron y ahora los expertos señalan que este hombre era un jefe o un miembro de la realeza.
Los análisis realizados recientemente dentro del Project Rosemarkie Caves sugieren que este individuo era un miembro prominente de la comunidad, con una dieta rica en proteínas de la que los arqueólogos apenas han encontrado otros ejemplos de ese período. Además, a pesar de tener una muerte brutal, fue enterrado con mucho cuidado en la cueva de la Black Isle (Escocia) donde fue hallado.

“Era un tipo grande y fuerte, con una constitución similar a la de un jugador de rugby. Por encima de la cintura tenía una complexión muy fuerte”, ha señalado Simon Gunn (izquierda), fundador del proyecto. El hombre estaba sepultado en un hueco de la cueva situada en el condado de Ross-shire, en plenas Highlands escocesas.

En 2016, los investigadores se sorprendieron al encontrar los restos en muy buen estado de un cuerpo que había sido colocado en una posición inusual: con las piernas cruzadas y con piedras grandes que sujetaban sus piernas y brazos. El alto nivel de conservación permitió ver en detalle las horribles lesiones que sufrió.
Los especialistas identificaron al menos cinco impactos que habían provocado fracturas en la cara y el cráneo, lo que les permitió recopilar una descripción detallada de cómo murió el hombre. Su vida fue corta y acabó de forma brutal. El primer golpe -con un elemento circular- le rompió los dientes del lado derecho. El segundo -quizás con el mismo objeto, usado como un palo de combate- le destrozó la parte izquierda de la mandíbula.

Foto retocada con la roca encontrada entre la piernas del esqueleto.

El tercer impacto le causó una fractura en la parte posterior de la cabeza. El hombre probablemente se cayó al suelo tras el golpe en la mandíbula y chocó con un objeto duro, quizás piedra. El cuarto estaba destinado a acabar con su vida, ya que probablemente la misma arma fue conducida a través del cráneo, de una lado hacia otro, mientras el Rosemarkie man yacía en el suelo.

La quinta herida no estaba en consonancia con las lesiones causadas con los otros cuatro golpes. En este caso, presentaba un agujero, más grande que el causado por el arma redonda, en la parte superior del cráneo. Una muestra de hueso datada por radiocarbono indicaba que el hombre murió en algún momento entre el 430 y 630, una época conocida como el período picto en Escocia.


Reconstrucción del 'Rosemarkie man' sin pelo y con él.

Una serie de pequeñas excavaciones en pozos de prueba proporcionó muestras de que las cuevas fueron ocupadas, o al menos utilizadas de alguna manera, desde hace 1.500-2.000 años. Además, también aparecieron objetos que dejaron los ocupantes (fijos o temporales) que residieron en este sitio hace 200 o 300 años y que fabricaron o repararon zapatos de cuero, posiblemente para distribuirlos en las comunidades locales de la Black Isle.

El espacio en la que apareció el esqueleto mostró también evidencias de que el lugar había sido utilizado para la forja de hierro durante el período picto. Los extensos restos de metal llevaron a los arqueólogos a suponer que la cueva se seleccionó específicamente para este uso, aunque encontrar el cuerpo le dio a esta cueva un significado completamente diferente.

Foto: Pieza de revestimiento de un horno vitrificado y el sitio de la cavidad del horno.

Este noble o jefe había sido brutalmente asesinado, pero fue enterrado con cierta consideración. Lo habían colocado de espaldas, dentro de un oscuro nicho y cargado con piedras de playa. ”La colocación de sus restos nos da una idea de la cultura de quienes lo enterraron. Quizás su asesinato fue el resultado de un conflicto interpersonal; ¿O hubo un elemento de sacrificio relacionado con su muerte?”, indicaban los investigadores hace dos años.

Fuentes: lavanguardia.com | nosasblog.wordpress.com | 24 de julio de 2019

Descubren un ídolo-placa funerario de más de 5.000 años de antigüedad en el yacimiento La Beleña de Cabra (Córdoba)

Ídolo-placa encontrado en el yacimiento de La Beleña.

Una vez más, el subsuelo egabrense ha arrojado importantes vestigios de culturas pasadas que desde la prehistoria se han asentado en la zona. En esta ocasión, los arqueólogos que vienen trabajando en la campaña que desde finales del mes de junio se viene desarrollando en una de las cuevas del yacimiento de La Beleña se quedaron atónitos el pasado lunes cuando desenterraron un ídolo-placa de nada menos que 5.300 años de antigüedad.

El vestigio se ha presentado en la mañana de este jueves ante los medios de comunicación por parte del equipo de profesores Dolores Camalich y Dimas Martín de la Universidad de La Laguna, responsables a su vez de la excavación junto al alcalde de la ciudad, Fernando Priego, el delegado municipal de Patrimonio, Francisco Casas y el director del museo arqueológico egabrense, Antonio Moreno.

De este modo, el regidor ha subrayado que se trata de una pieza «excepcional» y ha añadido que se podría estar hablando de un hallazgo de importancia parecida al momento en que salió a la luz en Cabra el Mithras Tauroktonos, que en la actualidad permanece expuesto en el museo arqueológico de Córdoba. Curiosamente, el Museo Arqueológico Municipal cuenta con una reproducción de una pieza muy parecida a la ahora encontrada, procedente de Valencina de la Concepción (Sevilla), que se puede contemplar en la colección permanente (derecha).

Por su parte, la profesora Camalich ha indicado que el hallazgo significa un magnífico cierre de la primera fase del proyecto de excavación. Este tipo de piezas aparecen en estructuras megalíticas construidas a base de grandes bloques de piedra, que están vinculadas a la vertiente Atlántica, más concretamente, a Extremadura en el caso de España. En el caso de la provincia de Córdoba hay dos hallazgos anteriores aislados de piezas similares a la localizada en Cabra. Uno es el del castillo de Espiel (actualmente en paradero desconocido) y otra sin decoración aparecida en una cueva en Fuente Obejuna. De este modo, se trata de un elemento «icónico» de lo que significan las estructuras funerarias que hasta ahora se han venido excavando en La Beleña.



Respecto al lugar en el que la pieza permanecerá custodiada, la intención del Ayuntamiento de Cabra es que se incorpore a la colección del Museo Arqueológico Municipal, según ha explicado el alcalde, indicando que es lo que se solicitará a la delegada provincial de Cultura de la Junta de Andalucía. Cabe recordar que los trabajos de excavación vienen siendo sufragados desde el Consistorio egabrense.

Fuentes: abc.es | cabranoticias.com | 25 de julio de 2019

Resuelven el misterio de un fragmento de vidrio romano hallado en Gran Bretaña

El arqueólogo Peter Moore muestra un fragmento de una botella de pescado romana, único de su tipo descubierto en Gran Bretaña. Fotografía: National Trust / Rod Kirkpatrick / F Stop Press

Finalmente, los científicos han resuelto el misterio de un fragmento de vidrio coloreado que fue encontrado en una villa romana en el Reino Unido. Tras ser una intriga durante un par de años, resultó que el fragmento era parte de una botella de forma inusual, probablemente hecha por artesanos de Crimea. Según informó The Guardian, contenía un incienso exótico. Ese fragmento coincidió en la forma con un artefacto que se almacena en uno de los museos del país. La única botella similar fue encontrada en un entierro romano en Crimea.

Reconstrucción de la villa Chedworth en Gran Bretaña. Tony Kerins / National Trust

La villa romana más grande de Gran Bretaña

La Villa Chedworth, donde ese fragmento fue encontrado, se ubica en el sudoeste de la isla. Es una de las villas romanas más grandes de Gran Bretaña y fue construida en varias etapas durante los siglos II-IV d.C. En una primera fase, aquí se construyeron dos edificios residenciales y baños. Luego se reconstruyeron, se expandieron y se decoraron repetidamente con mosaicos.
Cerca de la villa los arqueólogos hallaron un pequeño templo y junto a él había un estanque artificial en el cual crecían lirios de agua. Los investigadores sugieren que la propiedad pertenecía a una persona rica y educada, posiblemente un representante de la administración local. La villa existió hasta principios del siglo V, el final de la dominación romana en la isla. Se considera que fue destruida en el siglo V.

El fragmento comparado con la representación artística de cómo sería la botella de pescado. Fotografía: National Trust / Rod Kirkpatrick / F Stop Press

Un fragmento de vidrio misterioso

El territorio de la villa Chedworth pertenece al Nacional Trust de Gran Bretaña, y los arqueólogos han realizado excavaciones aquí desde la década de 1920. En 2017 encontraron un fragmento de vidrio coloreado con una pintura atípica. No se asemejaba a ninguno de los artefactos de vidrio que se habían encontrado antes en la villa, y a juzgar por la forma parecía un pedazo de una botella oval con un cono en su extremo.

Para averiguar el origen del fragmento, los arqueólogos pidieron la asistencia de la especialista en vidrio romana Jennifer Price (izquierda), de la Universidad de Durham.

Ella, a su vez, consultó con expertos de otros países, y descubrió que ese trozo de vidrio se parecía mucho en su forma y color a una botella almacenada en el Museo del Vidrio de la ciudad de Corning al este del país. Anteriormente, un artefacto similar fue encontrado en un entierro del siglo II d.C. ubicado en la ciudad de Quersoneso, en Crimea. Ese asentamiento fue fundado por los antiguos griegos y a fines del siglo I a.C. cayó bajo el dominio de Roma. Su investigación ha sido publicada en la última edición del boletín especializado Glass News.

Nancy Grace, la arqueóloga del National Trust que dirigió el trabajo de investigación, dijo: "Aunque el hallazgo había desconcertado a mucha gente, han estado encantados con la investigación, la cual ha sido un viaje largo y difícil".

Y añadió: "Descubrir que es el único fragmento de vidrio de su tipo hallado hasta ahora en Gran Bretaña se suma a nuestro conocimiento sobre la importancia de la Villa romana de Chedworth. La fabulosa y exótica botella de pescado subraya que los ocupantes de la villa estaban en contacto con las regiones más lejanas del Imperio Romano y querían mostrar esa influencia. Es asombroso que un pequeño fragmento nos haya dicho tanto”.

Fuentes: nma1.org | theguardian.com | 23 de julio de 2019

Cambios en herramientas microlíticas muestran adaptaciones a los cambios climáticos durante el Mesolítico

Reconstrucción de un campamento mesolítico con un cazador en primer plano listo para disparar una flecha montada con un microlito. Crédito: Ulco Glimmerveen

El desarrollo de nuevos proyectiles de caza por parte de cazadores-recolectores europeos durante el Mesolítico puede haber estado vinculado a la territorialidad en un clima rápidamente cambiante, según un estudio publicado en PLOS ONE por Philippe Crombé, de la Universidad de Gante, Bélgica.

Como consecuencia del calentamiento climático a una tasa de 1,5 a 2° centígrados por siglo, los cazadores-recolectores de Europa durante el periodo Mesolítico (hace aproximadamente entre 11.000-6.000 años) experimentaron cambios ambientales significativos muy similares a los que nos enfrentamos hoy en día: incremento del nivel del mar, aumento de la sequía, migraciones de plantas y animales e incendios forestales. El profesor Crombé ha examinado un conjunto de microlitos (pequeñas puntas de flecha y otras herramientas de piedra utilizadas en la caza) para comprobar cómo su diseño y uso por parte de los cazadores-recolectores mesolíticos cambió en relación a los cambios climáticos y ambientales.

Sobre la base de investigaciones arqueológicas realizadas en las últimas dos décadas, el profesor Crombé (izquierda) empleó un modelo bayesiano a fin de revelar las potenciales correlaciones entre 228 dataciones de radiocarbono específicas de yacimientos mesolíticos a lo largo de la cuenca sur del Mar del Norte y los diferentes tipos y formas de los microlitos (triángulos, en forma de media luna, o de hoja y muérdago, trapecios, etc.) hallados en tales yacimientos.

El nuevo modelo mostró que la variación en las formas de los microlitos es mucho más compleja de lo que se creía anteriormente, con una coexistencia frecuente entre estas formas analizadas. El profesor Crombé plantea la hipótesis en este estudio de que estas diferentes formas de microlitos fueron principalmente desarrolladas no solo atendiendo a su función, sino también como un medio de diferenciación entre los distintos grupos que vivieron a lo largo de la cuenca del Mar del Norte (investigaciones anteriores han sugerido que había dos culturas diferentes y geográficamente distintas en esta región). A medida que aumentaron los niveles del mar y los antiguos ocupantes de la cuenca del Mar del Norte se vieron obligados a ocupar nuevas áreas, el aumento de la competencia por los recursos y el estrés consiguiente habrían incrementado la territorialidad de los grupos sociales y el uso de símbolos de pertenencia a los mismos.

Modelos paleogeográficos del Mar del Norte hace entre 11.000 y 8000 años

Los desarrollos de las herramientas en forma microlíticas parecen estar vinculados a eventos climáticos cortos (de 1 a 2 siglos), pero abruptos (los cuales, a su vez, habrían estado ligados a cambios demográficos crecientes): se introdujeron herramientas microlíticas en forma de triángulo después de un evento de enfriamiento abrupto en el Mesolítico temprano asociado con la erosión e incendios forestales; un evento climático similar, 1.000 años después, coincidió con la aparición de microcuchillas con respaldo y microlitos retocados de manera invasiva. Una novedosa punta de flecha con forma de trapecio reemplazó a los microlitos más antiguos al producirse un tercer evento de enfriamiento y sequía otros 1.000 años después.

Ejemplos de microlitos

Aunque se necesita más investigación al respecto, Crombé sugiere que un enfoque holístico puede ayudar a determinar si estos cambios climáticos y ambientales también afectaron a otros aspectos del comportamiento humano en tiempos mesolíticos.

El profesor Crombé, concluye: "En respuesta al rápido calentamiento climático, hace unos 11.500 años, los cazadores-recolectores a lo largo del Mar del Norte meridional (noroeste de Europa) se enfrentaron cambios ambientales similares a los que nos encontramos en la actualidad. Al estudiar el equipamiento de caza, este documento investiga cómo estos cazadores-recolectores dieron respuesta a estos cambios".

Fuente: phys.org | 17 de julio de 2019